Timothy Tarkelly

Poesía de Estados Unidos: Timothy Tarkelly

TIMOTHY TARKELLY. Kansas. Poeta y educador. Ha publicado varios libros de poesía, incluidos On Slip Rigs and Spiritual Growth, Objects We Know We Don’t Deserve: Poems on Dutch Art, Ordering Dumplings With Bitcoin, entre otros. Recientemente colaboró con Elena Samarsky, una artista visual ucraniana, en una obra de pinturas y poemas titulada “Todas las demás formas de expresión”. Cuando no está escribiendo, enseña inglés y oratoria a estudiantes que tienen mucho más talento que él.


KNIFE POEM

I hate my filet knife
and would prefer an ancient blade.
Jasper, or obsidian. Set into
a fistful of wood, bound
with flesh. Fat. Whatever the woods
are willing to provide.

Something steady, built
from hunger, dirty fingernails
programmed to find rhythm in necessity.
Sculpting tools unafraid of breaking,
that sing through their long jagged cut
up the belly, through the jaw.

This is dinner, coarse though it may be.
Thumb-gutted, cooked whole,
awaiting your hands,
their trace scent of the lake,
as you pick out the bones,
give thanks for clear water,
for your resourceful forebears,
for your forager’s heart.


POEMA CUCHILLO

Odio mi cuchillo para
filetear, preferiría una hoja antigua.
Obsidiana o jaspe. Puesta en una
empuñadura de madera, atada
con carne. Gorda. Cualquier material que el bosque
esté dispuesto a proporcionar.

Algo estable, construido
a partir del hambre. Uñas sucias
preparadas para encontrar el ritmo de la necesidad,
herramientas para esculpir que no teman romperse,
que canten a través de su largo e irregular corte
en el vientre; a través de la mandíbula.

Esta es la cena, por rústica que sea.
Destripada, cocinada entera,
esperando tus manos.
Aspira su aroma a lago
mientras recoges los huesos.
Agradece por el agua clara,
por tus ingeniosos ancestros,
por tu corazón de recolector.


ON ENTERING MY GRANDMOTHER’S HOSPICE ROOM

I started praying in Latin,
a reflex that belongs to someone else.

I counted how many times I’ve seen her sleeping,
napping the day away
while I pondered the nature of grandmothers.

My happiest memories
grew from the weakened girder
that held her trailer
from the ground.

I miss her old pile of home,
how the window unit hummed
louder than the television.

There was always something good on
and the snack drawer contained
all keys to calm hearts, an early dose
of hiding pain
beneath greedy fingers and refined sugar.

I was afraid to take her hand,
to stir the unwakeable,
her body unconsciously gasping,
her breathing louder than the television.


AL ENTRAR AL CUARTO DE ASILO DE LA ABUELA

Empecé a rezar en latín,
era el reflejo de alguien más.

Conté las veces en que la vi tomando
la siesta mientras
reflexionaba sobre la naturaleza de las abuelas.

Mis recuerdos más dichosos
surgieron de la viga debilitada
que sostenía su remolque
desde el suelo.

Extraño su montón de casa,
y cómo la unidad de la ventana zumbaba
más fuerte que la tv.

Siempre había algo deseable.
El cajón de los refrigerios tenía
todas las claves para calmar los corazones, una temprana dosis
de dolor, oculto bajo
los codiciosos dedos y la azúcar refinada.

Tenía miedo de tomar su mano,
de agitar a quien no despertaría.
Palpar su inconsciente y jadeante cuerpo:
una respiración más fuerte que la tv.


SOUNDLESS TIDINGS

The quiet is hard to reconcile.
It asks too many questions,
unturns stones that would have remained
unseen as long as her voice
hovered above these floorboards.

I’d like to believe she thinks of me.
Once in a while, she turns to tell me something,
reaches for a hand that can’t be found,
a phantom limb that forever throbs
in equal bursts of pain and comfort.

I hope against all hopes
that somewhere in this house
is proof that I am more than her absence,
that I was hand-picked by fate,
not just chosen at random.

There’s always been a draft here,
a cold that seeps past the windows’ grip.
Now, it feels personal, sent from a vast distance
to remind me that yesterday
was as good as it’s ever going to get,
that if I were worth remembering,
she’d find a way to let me know.

But I try to hold onto her voice,
the last few words she spoke.
The odd, human things that impressed her,
made her stop and gift me her attention,
brief praise, promises
that I am a cut above the rest.

All endings feel personal,
though we make exceptions for our worst fears,
allow them too much control.
Eventually, we let go of tearful musings,
accept the stillness,
the soundless tidings of moving on.


NOTICIAS SILENCIOSAS

Es difícil apaciguar la tranquilidad.
Hace demasiadas preguntas,
deshace piedras que habrían permanecido
ocultas mientras su voz
se cierne sobre el piso de tablas.

Me gustaría creer que ella piensa en mí.
De vez en cuando, gira para decirme algo,
busca una mano que no puede encontrar;
un miembro fantasma que late por siempre
en estallidos iguales de dolor y consuelo.
Espero, contra toda esperanza,
que, en algún lugar de esta casa,
haya una prueba de que soy más que su ausencia,
que fui elegido por el destino
y no por el azar.

Permanece una corriente de aire,
un frío que se filtra por el seguro de las ventanas.
Ahora, se siente personal, enviado desde una gran distancia
para recordarme que el ayer
fue tan bueno como nunca,
y si valiera la pena recordarme,
ella encontraría una forma de hacérmelo saber.

Pero trato de aferrarme a su voz,
a las últimas palabras que pronunció.
Las extrañas y humanas cosas que la impresionaron,
y la hicieron detenerse y darme su atención;
breves elogios, la promesa
de que estaba por encima del resto.

Todos los finales se sienten personales,
aunque hacemos excepciones en favor de nuestros
peores miedos, les otorgamos demasiado control.
A menudo, dejamos ir las suplicantes reflexiones,
aceptamos la quietud,
las silenciosas noticias que nos revelan
que sigamos adelante.


RUNNING DOGS IN THE OZARKS

Clint swears he heard the sun sing.
A great big golden voice
pushed through the thinning leaves,
autumn’s final defenders moved to dance.
Even the sky knows its master,
the foliage, too. It bowed
with the wind that morning,
clearing the way for clamor, the joyful noise
of natural order, foothill traditions.
Dogs barked. Snap-twig war drums
kept time with the gunfire.
The killing was done, but the music continued.
They cut the beasts open and kept shooting.
Three blasts for each of God’s blessings,
hollers heard well into the night.


PERROS CORREDORES EN LOS OZARKS

Clint jura que escuchó cantar al sol.
Un inmensa y dorada voz
empujándose a través de las hojas cada vez más finas.
Los últimos defensores del otoño se pusieron a bailar.
Incluso el cielo conoce a su amo,
el follaje, también. Se inclinó
con el viento esa mañana,
despejando el camino para el clamor, la algarabía
de orden natural, las tradiciones al pie de las montañas.
Los perros ladraban. Los tambores de guerra
marcaban el ritmo de los disparos.
La matanza había terminado, pero la música continuó.
Abrieron a las bestias, siguieron disparando.
Tres toques por cada una de las bendiciones de Dios,
gritos que se escucharon hasta bien entrada la noche


I REGRET EVERYTHING

Kindness uninhibited
becomes a cruel joke.

We show our hearts
in extreme moments,
rare bouts of vulnerable boldness,

a leap beyond ourselves,
complete surrender,
wrapping our fates around each other’s fingers.

There is no greater act of love
than losing composure,
shaking as you open the curtains,
unveil the wreckage meant for no one’s eyes but your own.

Allowing me to shine my light
through the mess and cobwebs
as I tell you that nothing is truly empty,
that whatever darkness lurks in your ribcage,
is enough to keep us both alive.

But sacrifice must keep its meaning.
We admire the beauty of fragile minutes,
and then sit alone, let them break us.
No one recovers from love


ME ARREPIENTO DE TODO

La amabilidad sin reservas
se torna una broma cruel.

Desnudamos el corazón
en momentos extremos;
raros episodios de vulnerabilidad,

un salto más allá de nosotros mismos,
una rendición entera,
envolviendo nuestros destinos en los dedos de otros.

No hay mayor acto de amor
que perder la compostura,
temblar mientras abres la cortina,
revelando los escombros destinados tan sólo a tus ojos.

Permitiendo que brille mi luz
a través de las telarañas y el desorden,
mientras te digo que, en realidad, nada está vacío;
que cualquier oscuridad a la caza de tu pecho
es suficiente para mantenernos con vida a los dos.

Pero el sacrificio mantiene su significado.
Admiramos la belleza de los frágiles minutos,
y, entonces, nos sentamos solos, dejamos que nos rompan.
Nadie se recupera del amor.


Cortesía del autor

María Del Castillo Sucerquia

María Del Castillo Sucerquia (Barranquilla, Colombia - 1997). Poeta, traductora (francés, inglés, italiano, portugués y griego), agente literaria, terapeuta en medicina oriental (Escuela Neijing, España). Aprendió idiomas en la Universidad del Atlántico. Estudiante de idioma hebreo. Ganadora del premio de poesía Naji Naaman, categoría Creativity prize, (Líbano, 2022); del premio “Un poema para Meira Delmar – 2022 (Biblioteca Meira Delmar, Barranquilla, Colombia); del premio Golden Heart, que otorga la Fundación Internacional Rahim Karim Karimov (Rusia – Kirguistán, 2022), en reconocimiento a su obra literaria y de traducción; del primer puesto del VII premio Mesa de Jóvenes “Jorge García Usta” (Festival Internacional PoemaRío – Biblioteca Piloto del Caribe) con su libro “El tren silenciado”; del segundo puesto del certamen de poesía Paz en Femenino, 2023, Universidad del Magdalena, entre otros reconocimientos. Sus poemas han sido traducidos al chino, inglés, canarés, bengalí, polaco, entre otros, y publicados en antologías y medios digitales e impresos nacionales e internacionales. Directora de la revista Read Carpet Colombia. Curadora y traductora de revistas literarias y medios nacionales e internacionales. Ha traducido la obra parcial de más de 90 autores alrededor del mundo.

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