La rebelión de Las Abejas en Unisucre.
Por Alfonso Hamburger
Quizás sin proponérselo, el traslado técnico, cuidando la seguridad tanto del humano como del animal de un enjambre de abejas desde el edificio administrativo hasta su habitan natural, se convirtió en un gran acierto de la actual administración de la Universidad de Sucre. La comunidad ecológica del mundo hoy reconoce el acierto del señor rector, Jaime de la Ossa y de la jefe de división de Seguridad en el Trabajo, Mayra Deloufouth , con el apoyo de la Defensa Civil.
Llegaron en las lluvias de mayo surcando el horizonte invernizo, quizás atraídas por las notas musicales de la emisora, y se instalaron en el piso cinco, donde pronto tuvieron su nido y se fueron filtrando por los orificios del vidrio. Pronto asomaron sus patitas velludas y sus antenas extraviadas en la oficina del director de la emisora, quien abrió la cortina a las cinco de la madrugada para preparar el noticiero, cuando escuchó el zumbido en el ambiente. Zumbaban como un aguacero en un platanal. Como un arroyo que murmura. No eran agresivas, porque la música de porros parece adormecerlas. Entraban lentamente, obnubiladas por la luz y sedadas por la música. Iban lentas y se estrellaban con las paredes y los objetos. No eran agresivas. Ya no tenían fuerza para levantar el vuelo y se arrastraban por el piso, cortinas y paredes. Algunas ya estaban muertas en los entresijos de las persianas. Otras botaban una especie de nieve que se iba impregnando en el ambiente, empañaban el computador, se adhería en la mesa y los libros. Nevaba dentro de la oficina. “La Mona” Chamorro llegaba con la escoba y las barría con la basurita de siempre, las recogía en una pala y las depositaba en la basura general. Era doloroso verlas como danzaban camino a la muerte. Entre más morían más aparecían. Parecían interminables en ese dolor de verlas aturdidas, enloquecidas por las hondas contaminantes, como si hubiesen perdido el rumbo. Algo que no era normal las había llevado por caminos inciertos, por senderos que no son propios de su oficio de polinizar la vida. De los mansos y suaves campos atacados por más de 300 plaguicidas admitidos por los gobiernos y las ondas hertzianas que desvarían su rumbo, que las hacen perder sus caminos , su orientación y su rumbo.
Daba dolor verlas como bajaban, lentamente, por el cortinaje. Y las que alzaban el vuelo pronto se estrellaban con las paredes y caían en el piso. Algunas caminaban por el escritorio del director de la emisora, quien las dejaba juguetear con el Maus( ratón) y caminaban por las letras del teclado, como si quisieran escribir un mensaje.
Parecía el fin del mundo. Albert Einstein pronosticó que el día que desaparezcan las abejas le faltarán sólo años a la vida en la tierra. El fenómeno no es nuevo, pese a que ellas no tienen nacionalidad y su mundo es el mundo, y viene desde Estados Unidos, donde las abejas mueren por millones, algunas por la contaminación y otras extraviadas por las ondas de las nuevas tecnologías que embolatan su navegación. Entre 2013 y 2015 murieron el 37 por ciento de las Abejas en USA.
El fenómeno de inmigración, también apareció en Toledo, donde una mujer fue atacada por un enjambre callejero. Se anidan en los autos, en los edificios vacíos, en los puentes, huyendo del campo, que era su habitad natural.
De la emisora, donde tenían su nido, las abejitas pasaron a la oficina de Planeación. Ellas son mansas si no se les ataca, pero con mucha bulla se vuelven agresivas y pueden matar si atacan en masa.
Ya el director de la emisora parecía convivir con ellas, pero se lamentaba de cómo morían a montones y eran convertidas en basura, hasta que surgió el tema de la seguridad laboral, que va desde enderezar una silla rota, hasta saber bajar las escaleras. Fue donde apareció la bella Mayra Deloufout, la jefe de la Oficina de Seguridad en el trabajo, siempre preocupada por todos. Había que buscar una solución efectiva, que las sacara del edificio y las llevara a su habitan natural, pero sin matarlas. La Defensa Civil llegó un jueves con sus seis mejores hombres vestidos como astronautas, sellados hasta en sus ojos, con vestidos especiales, máscaras, guantes, escaleras y cabuyas especiales para trepar por las paredes como el hombre araña. Lo primero fue sellar el edificio, el Señor Rector, Jaime de La Ossa, emitió una circular de alerta y prevención. Las oficinas más afectadas fueron selladas con cinta de peligro y los seis astronautas empezaron la difícil y arriesgada tarea, donde era tan importante la seguridad del humano como la de estos animalitos benditos. La expedición se inició en la tarde del miercoles 25 de septiembre y se extendió toda la noche. Los expertos llevaron paneles de miel. Les rociaban un aerosol que las pone tontas y mientras ellas dormían parcialmente iban siendo capturadas y depositadas en los paneles previamente preparados. No era fácil aquella tarea en las alturas. En el manto de la noche. Fue una labor minuciosa y delicada que se extendió incluso hasta las primeras horas de la madrugada del viernes 27. Las labores administrativas fueron suspendidas hasta el lunes 30.
Se cree que hay 20 mil especies de abejas, que son una evolución de las hormigas y de las avispas. Ellas son un ejemplo de unión, de vivir en sociedad. Se cree que son decisivas en la producción de algodón y vitales para el alimento de 7 mil millones de personas en el mundo. En Colombia hay unas 115 mil colmenas, que producen unas 3.600 toneladas de miel. Se creer que hacia el 2020 serán 150 mil colmenas y que la producción subirá a 4 mil toneladas.
Sin embargo, hay preocupación por esa invasión de abejas a la parte urbana, huyendo de los plaguicidas en el campo, pero a veces encuentran un ambiente hostil.
En El alto Sinú de Córdoba, hace poco murieron algo más de 18 millones de abejas. Vivian en 280 colmenas de 22 familias. Se cree que la fumigación de cultivos de arroz las afectaros.
Dejad, pues que ellas hagan sus enjambres, póngales porros y que sigan viviendo en comunidad.