En Sincelejo, los niños deben tocar sabanero.
Por Alfonso Hamburger
Fue tan grande el terremoto vallenato desde 1968, que con el tiempo la meca de todo acordeonista colombiano fue ganar el festival vallenato. Y con la ausencia del Festival Sabanero por más de doce años los niños nuestros sólo tocaban en ese estilo picado, desmigajado. Con algunas excepciones. En el festival sabanero de 2014, en el que fui vicepresidente, los niños que se presentaron tocaron al estilo vallenato. Y se les perdonó. Ellos no tienen la culpa. Nacieron en medio del vallenato, género posicionado por toda la geografía nacional. No oyeron otra cosa. Y se preparaban para ganar el festival vallenato.
Sin embargo, para el festival sabanero 2017, en el que se retoma el proceso ( el estilo sabanero, la ideología del porro y la cumbia), los niños deben tocar música sabanera. Y de hecho, los jurados deberían tener en cuenta que las canciones que se presenten deben ser sabaneras. O las que se presenten de aquel género, deben ser llevadas al estilo sabanero. Creo que debería hacerse una lista de esas canciones.
No es lo mismo El Viejo Miguel, interpretado por Lisandro Meza que por los hermanos Zuleta. Creo que ese debe ser un buen ejercicio, para retomar la escuela. Hasta el momento, ningún músico vallenato ha ganado el Festival Sabanero. No por rosca. Sino porque tocar porro y cumbia para acordeonistas acostumbrados más a la rapidez que a la melodía, no es fácil. El mochuelo, por ejemplo, es un paseo atípico, que tiene de porro y de cumbia, como lo es La Gota Fría, un vallenato atípico, en tonalidad menor.
Por eso creo que al Festival Sabanero hay que bajarlo de la tarima, para que se convierta en una enseñanza permanente de nuestros aires, que andan de gira mundial desde hacen siglos.
Lo dijo Gabo, lo verdaderamente interesante del vallenato sucede cuando se descubre la esencia sabanera, por su riqueza rítmica y por su creatividad y apertura de mercados. Tenemos que rescatar a un Mariano Pérez, antecesor del Binomio de Oro o a un William Molina o a un Felipe Paternina, como portentos de una escuela. Sin desconocer a Landero, Alfredo Gutiérrez y al mismo Ramón Vargas, Lucho Campillo y Lisandro Meza. Algunos de ellos no fueron entendidos en su tiempo- por ser salidos de lote- pero hoy se les da la razón. Con el acordeón se puede tocar de todo. Desde una misa solemne, hasta una rueda de cumbias.
Bienvenido, pues, el festival sabanero y su estilo internacional.