Corrupción, aún hay esperanza.
El pasado viernes, a las cuatro de la tarde, debía hacer un trámite urgente e impostergable y tenía poco tiempo, de modo que cuando llegué al cajero de Davivienda de la sede principal (calle 22 frente a la Dian) casi sufro un infarto. Las colas para sacar plata en los tres cajeros eran inmensas. No me daba el tiempo para esperar. Usaban un solo cajero, porque supuestamente los otros, me dijo un cliente, se habían quedado sin flujo de billetes. Pensé en el que está al frente de la Plaza de Majagual, pero me informaron que allá era el mismo problema, al igual que los dos que están al frente de La Gobernación y el Éxito. Les estaban pagando a los del programa Familias en Acción, a quienes despectivamente y debido a esas inmensas colas algunos les dicen “Familias bajo el sol”. Mi reacción fue entrar al Banco y tramitar mis recursos por ventanilla. Había dos colas. Una corta y otra larga. La atención era rápida, porque hay las suficientes ventanillas de atención. El cajero, elegantemente vestido, moreno fino, es el mejor. Siempre que recibe a los clientes se le ve agilidad en los procesos, no vacila en ninguna operación. Después del saludo, al recibir mi cédula de ciudadanía y la tarjeta, me informó que la cola más corta era para los clientes de la entidad, pues yo había hecho la más larga. Ese fue el primer buen detalle. Cuando le digité mi clave me dijo:
– Caballero, usted tiene en su cuenta de ahorros $$67XXX…, pero es mi deber informarle que se le deducirán 7 mil pesos por la transacción.
Después me peguntó por qué no usaba los cajeros de afuera. Le informé que las colas eran muy largas y que había dos sin dinero.
Fue donde me informó que sólo uno estaba habilitado para el programa de Familias en Acción y que los dos restantes eran para los clientes permanentes. Por esos siete mil pesos, pues allí comienza el principio de economía, regresé a los cajeros y, efectivamente, estaban habilitados y con una cola pequeña, de apenas seis personas.
Quiero destacar la buena atención y la ética de este funcionario de Davivienda, que pudiendo hacerme la transacción sin decirme nada, lo primeo que hizo fue informarme.
Esta actitud del funcionario, es como un oasis, en medio de una ciudad donde existe poca cultura de atención al cliente.