¿Agoniza la música sabanera?
–Yuca corrida y más nada!
Por ALFONSO HAMBURGER
Esta promoción es una muestra patética. El unico musisco sabanero en el cartel del Festuvak del Frito es Juan Piña.
La vida de un periodista en Sucre es anacrónica. Cubre velorios y fandangos. Masacres y festivales.
Esta realidad me ha llevado a conocer la música y sus músicos, que en el caso de La Sabana atraviesan una crisis muy profunda, mientras la mayoría de sus alcaldes invierten los recursos de la cultura en conjuntos vallenatos y festivales sin ningún norte.
Esa situación ha generado angustia y subestimación de una a otra región y el folclor está herido, según un verso del cantautor San Jacintero Juan Carlos Lora.
Fui invitado por El cacique Sabanero, don Víctor Uribe Porto al día del compositor en homenaje a Pedro Pérez Flórez, en el club de tiro Sábanas, hace un mes.
Lo que vi allí me aterra. Nuestros compositores se pusieron viejos y otros tantos murieron en la Pandemia.
Y los que vienen surgiendo no están interesados en nuestros ritmos.
Los más nuevos, como César Antonio Ochoa y Guadis Carrasco, ya pasan de cincuenta años. La mayoría se ubican entre los cincuenta y ciento un años, como es el caso de Juan Madera Castro, autor de la pollera colorá.
Enfermos, sin mercados, sin regalías suficiente y sin que suenen en las emisoras comerciales, nuestros compositores están en vía de desaparecer.
Si el maestro Alfredo Gutiérrez se queja de sus precarios ingresos y a sus ochenta años dice que no quiere morir en la miseria, qué se espera de sus colegas que se quedaron en Sincelejo calentando las bancas del parque Santander?
Los compositores y cantantes sabaneros han sido tan excluidos de los propios eventos locales, que perdieron el tono, se desafinan y tocan sin ensayar, lo que se nota en sus presentaciones.
Se salvan pocos, como Jaime Urzola, Guadi Carrasco, Carlos Alemán , César Ochoa y los corraleros de Majagual. Los reguetoneros y champeteros tienen más mercado y mejor nivel de vida.
Por lo regular, cuando les sale un compromiso, se apresuran a recoger a los músicos y pocas veces van bien uniformados.
Adolfo Pacheco, juglar.
En esta reunión de Sayco, donde descolló la belleza de Catalina, su corrdinadora, al maestro Gilberto Torres, rey del paseíto,lo pusieron a calentar el equipo y pese a su veteranía, ya se le nota el cansancio y la falta de ajetreo.
Aquí lo único que se salva es la sangre. Los hijos de Alfredo Gutiérrez, Lisandro Meza, Calixto Ochoa, Gilberto Torres,Filadelfo Fuentes, Adolfo Pacheco, Andrés Landero o Rubén Darío Salcedo, tienen todo el peso de salvar el legado, porque no existen escuelas oficiales ni programas institucionales para salvar este barco que se hunde.
La güera de los festivales existe. Y en el medio están los músicos, que se exponen a las decisiones amañadas. Estuve en el festival de Chinú como jurado y allí vi cosas para escribir un libro. Prevalece la palabra vallenato. El presidente del evento, Carlos Antonio Álvarez, un profesional muy recto y amable, nació en San Juan del Cesar. La parranda siempre es vallenata. Los compositores sabaneros desaparecieron o adoptaron el estilo imperante. Cuando los invitan los ponen a calentar los equipos.
En la final de canciones inéditas cambiaron el jurado al parecer para acomodar el concurso.
El 67 por ciento de los colombianos prefieren ir a conciertos donde se incluye la palabra vallenato, en un mercado que ellos se han ganado con mucha tenacidad y enjundia, pero si los alcaldes le tiran todo el presupuesto a ellos y no apoyan lo nuestro no habrá salvación.
El arquitecto Rafael Hernandez, en el grupo de WhatSaap “Yo amo el porro”, escribió al ver la programación del Veinte de Enero: “Pura yuca, pobre pueblo”
Pero si los músicos sabaneros, que brillan por su calidad, no se preparan y organizan, tampoco funcionará el proceso.
En la reunión de Sayco el compositor más joven fue Marcos Romero, de Sincé, de 22 años, quien es el autor de la canción “en modo avión” ,que interpreta Elder Dayán, de la nueva ola.
Este joven se proyecta muy bien, lo mismo que Miguel Simón Meza, nieto de Lisandro Meza, César David Ochoa, nieto de Calixto Ochoa y Juaco Bettin, y Jesús Molina, pero no parecen interesados en la cumbia ni el porro.
Jaime Urzola, interpreta a Leonardo Gamarra.
Jesús Molina hace música anglosajona y de pronto hará uno que otro vallenato. Cuando le pregunté por dos tres éxitos sabaneros, se limitó a Fiesta en Corraleja. De pronto más adelante mire sus raíces.
Esto sucede mientras alcaldes en zonas muy deprimidas se gastan hasta cuatrocientos millones de pesos con nóminas costosas de músicos de otras regiones. Los nuestros a mirar desde afuera a ver cómo se comen el banquete
Triste pero es la realidad de los músicos de la tierra sabanera