El palo de mango donde prefieren la muerte

EL PALO DE MANGO DONDE PREFIEREN LA MUERTE.

–  Seis de los Siete  ahorcados en los últimos años En chochó, han preferirlo hacerlo en un palo de mango.

Para estos villorrios sin esperanzas el espectáculo de la muerte mueve a grandes y chicos, cojos o bellas. No hay distingo en esa gente a quienes se les quieren salir los ojos mientras avanzan hacia el palo de mango. Eso fue lo que pensé mientras veía ese rio humano que se hilaba por el camino viejo, ese que pasa a pocos metros de la casa donde vivo desde hace tres años. Iban a verlo como quedó, colgado de la rama de un palo de mango de un solo parto, cuyas ramas parecen hechas para colgarse, porque en este pueblo de solo cinco mil habitantes, ya seis de las siete personas que se han suicidado han usado uno de esos arboles agradecidos.

La gente pasaba como si fuesen a ver una caseta de Diomedes Díaz en sus mejores tiempos. Yo  solo pensaba en que si el Pocho hubiese hablado conmigo, si yo lo hubiese visto cuando pasó esta mañana a las cinco y media, de pronto se hubiese arrepentido. Yo vivo en esta casa sin agua, sin luz y sin gas desde hace tres años y siempre llegaba a dialogar conmigo de cualquier tema. Nos comíamos cualquier cosa, porque yo no cocino. Íbamos a la tienda. Era un muchacho despierto y bonachón, que se daba a querer. Muy enamorado, el Poncho le echaba el ojo a una de las vecinas, pero últimamente andaba solitario. Su madre se había ido para Barranquilla y estaba peleado con su novia Sincelejana, dice ahora la prensa. Y lo que más lamento fue que no lo vi esa mañana en que pasó- debió ser él- ´primero para arriba y después para abajo. Serían las cinco y media de la mañana, pero no lo distinguí porque veo muy poco y estaba haciendo mis ejercicios diarios, flexiones de pecho y velillos. Y como la gente de por aquí pasa a hacer sus necesidades para las pajas de atrás, pensé que era uno de ellos. Y él, que era tímido, no entró a tomarse el café.  Eso me duele, porque mis ojos han podido evitar esa muerte tan temprana. El legista dice que se mató entre las 5 y30 y las 6 y 30 de la mañana, de modo que todo coincide. Además, quienes lo bajaron- porque aquí no es levantamiento sino bajamiento de cadáver- dicen que aún estaba caliente.

Un vecino me dijo haberlo visto cuando iba camino a las pajas, antes de pasar por mi rancho y la cara de tragedia que llevaba no presagiaba cosas buenas. Dice que era una cara de angustia, macabra y tuvo incluso la intuición de que iba a tirarse de un barranco. Si yo lo hubiese visto, le compongo esa cara de tragedia, al menos le hubiese sacado una risa.

La gente sigue pasando a ver ese espectáculo y yo pienso. No iré. No me gusta presenciar esas cosas de gente que quise. Solo tenía 22 años y ahora todos estamos consternados.

Poncho estaba solo. Dicen que le escribió varios mensajes de texto a su novia sincelejana advirtiéndole que iba a matarse. Y la muchacha le creyó, porque con una amiga se vino a Chchó a impedir su muerte. Y hasta trajo a dos policías, quienes desistieron de su búsqueda dizque porque no encontraron un foco de baterías para alumbrar las pajas hacia donde dijo que iba a ahorcarse.

Y yo ahora sigo en esta casa sin agua, sin luz y sin gas, donde me mudé hace unos años y extrañamente no tengo miedo. Cermeño, que escribe cosas, me la ofreció de vividero. Metete allí, me dijo. Y desde entonces estoy allí con mi soledad, la misma que vivía Pocho, antes de ahorcarse.   Ya tuvimos un problema. Un día, después de un  año de vivir en ella, Cermeño se presentó para decirme que le tenía que pagar por vivir allí. Ese no fue el arreglo, le dije. Más bien tú debes pagarme a mí, porque te la estoy cuidando. Yo me beneficio de ella y tú de mí, le dije, pero al fin arreglamos por 60 mil pesos mensuales.  Tengo cama y tengo hamaca. Pero duermo afuera, en la currancha que da a las pajas, en hamaca, casi al aire libre, y allí se me presentaba Poncho, a dialogar. Nos entendíamos en las soledades. Y ahora veo el camino donde apareció en la bruma de la mañana, quizás con ganas de contarme lo de su novia, pero como soy cegato, no lo vi. Si lo veo de pronto evito esa muerte.

Y ahora que lo pienso, no sé si fue cobarde o valiente. Quitarse la vida no debe ser tarea fácil. Una tarde de estas, pensando en la muerte de Pocho, tomé un cuchillo y me pasé el filo por la garganta. Solo fue un leve roce y eso arde. ¡Duele! Ahora el cáñamo, mas. Los ahorcados se defecan, porque una vez fallecen quedan hilados y empiezan a fluir los líquidos desquiciados por la gravedad y los esfínteres se descontrolan, pero dicen que Pocho murió sin inmutarse y sin des configurarse, porque murió de amor. Y yo, ahora que he sentido el frio cuchillo de la muerte en mi garganta, pienso que si esa mañana en que pasó dos veces por la orilla de mi rancho, si yo lo hubiese visto, no se hubiese ahorcado.

Alfonso Hamburger

Celebro la Gaita por que es el principio de la música.

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