PABLITO ERA UN PABLOTE…
En esta foto familiar, Pablito Lora ( izquierda) con su hermano Edgardo y sus tres hijas, Talina y las mellas Horeth Lucia y Horeth del Rosario Lora Meza.
Pablito era por el inmenso cariño que la gente le profesaba, sin distingo de ninguna índole. Pablito era porque en el fondo siempre fue un niño grande. Pablito, por su sonrisa. Pablito, por su jocosidad. Pablito, por sus chistes. Pablito, porque se inventaba sus propios chistes. Pablito, por su papá, que llevaba su misma gracia y era enorme como él. Pablito para aquí. Pablito para acá.
Pablito en realidad era un decir, porque Pablo Segundo Lora Teherán, era un pablote. Y una persona no es grande porque sí. No se es grande por el montón de dinero, ni por el número de cabezas de ganado, ni por el lujoso auto. Es un concepto que va más allá de lo material. Pablito es un concepto que no va más allá de otra cosa distinta a como te ve la gente. La gente tiene su propia percepción. Pablito era rico por su propia gente y por el don de gente. De esa catadura que no surge sola, porque detrás de ella hay todo un cúmulo de tradición y de buen trato. Eso que llaman estirpe. Pablito recogía lo mejor de su sangre.
Pablito surgió un día en la vida de todos. Apenas era un niño y ya su sonrisa era un permanente saludo. Lo vi por primera vez en el callejón del antiguo Pio XII, porque su hermana Nelly, la de ojos gatunos, estudiaba con la generación del 79, donde había varias parejas de hermanos, Los Viana, Los Avendaño, Los Villadiego, Los Hamburger, Los Buelvas.
Y Pablito no tenía por qué presentarse. El sólo decir Pablito ya era una identidad. Con ese solo nombre pequeño- porque era más alto que en los recuerdos- ya la gente sabía de quién se trataba.
Y ahora que ya no está empiezo a revisar los recuerdos. Me quedo embebido en el video sobre los amigos- que lo identifica de pies a cabeza- y en todas las fotos sobresale Pablito. Y no es porque haya sido la noticia de este día lluvioso y ello condicione mi concepto- porque todos los días no muere un Pablito- , sino que en ellas siempre posa para la eternidad, sabiéndose figura, jovial y desabrochad0 a la vez, dispuesto a la placa, como si se tratase de un buen equipo de fútbol. Como si en cada postal estuviese despidiéndose. Nadie sabe cuándo será la ultima foto. Y Pablito estaba preparado para irse cuando Dios lo llamase.
Y no es que hubiésemos departido mucho, pero siempre que nos hallábamos allí estaba Pablito con su sonrisa medio burlona, medio ingenua, sin poses falsos, como si se burlara de uno, dispuesto a la plática. Era una sonrisa franca. Con sus bigotes ralos, con su mirada de futbolista argentino y con sus canas que demostraban que iba madurando, aunque siempre el pueblo lo miró como el hijo de Pablito. Nada más. No necesitaba más. Es lo que se llama originalidad.
Por eso las redes bramaron y siguen bramando. Hay luto en el pueblo. Hay luto en la noche. Un ataúd al frente del cementerio de La Gloria, con la bóveda negra del cielo oscuro atrás, es una postal que parte el sentimiento. El covid-19 es una realidad triste. Yo le creo a Raúl Gómez Alandete, ese sabio en la penumbra. Pablito era EXTRAORDINARIO.
Tenía que escribir estas palabras que me salen de los repliegues del alma para descansar, porque desde que me dieron la noticia, quedé mudo. Y Pablito no era mi amigo. Pablito era amigo de todos. Y todos es todos. Y Pablito no hacia nada, simplemente existía. Y existía bien.
Y Pablito quería ser escritor. O más bien quería contar su historia. Decía que tenía miles de historias extraordinarias qué contar. Y quería contarlas. Me dijo que iba a contarlas. Y yo se las iba a revisar. No sé si logró dejar algo por allí plasmado. Pablito era un hombre franco.
Ninguno de nosotros creíamos que esto iba a suceder y por ello se llevó sus historias.
Sincelejo, octubre 1 de 2020.
Alfonso Hamburger
Excelente escrito sobre este gran AMIGO, Pablo Lora ,mi corazón se siente MUY triste ,un abrazo Alfonso
Excelente. En esta narrativa está plasmado la verdes biografía de PABLITO LORA TERAN gra ser humano