Magangué y el retorno feliz.

Crónicas de Talaigua-6-

LLEGÓ EL CORREO DE BARRANQUILLA.

Por Alfonso Hamburger.

la poetisa Yanet Álvarez, recibe de Rosalba Martínez, libros de Santa Barbara Editores.

Llegó el correo de Barranquilla en plena sesión. Era sábado de emociones encontradas, poque a esa hora varias ciudades se disputaban el privilegio de tener el féretro con el cadáver de Marlon De la Peña Bolívar, cuyo cuerpo aún fresco, había sido llevado a la medicina legal en Sincelejo.

La caja de libros  sellada fue puesta en una mesa del rancho, donde de niño Joce Daniels, quien estaba encaballado en una hamaca, se volaba la cerca de tablas para cruzar el río nadando con Pedro Mancera y un hijo del turco David. Se necesitó que Fabio Ortiz, de Pinto, pero residente en Barranquilla, ayudara a Rosalba a abrir la caja de cartón, debidamente sellada por el correo.  No se sabe cómo hizo Alfonso Ávila Pérez, de Santabárbara  editores, para que el encargo llegara primero que él, que jamás iba a llegar, por una serie de complicaciones de última hora. Como dijo Alejo Durán «No bebo, pero mando».

Había expectativa en el grupo. Pedro Mancera animaba con su guitarra al pecho y Janeth Álvarez esgrimía su mejor perfil.  El homenajeado, al ver las cámaras, mejoró su sentada en la hamaca, reacomodando su cuerpo. Vi que era una hamaca sanjacintera. Fue necesario una tijera para abrir la cajeta. Enseguida fueron saliendo unas bolsas amarillas, con un letrero que decía. “No siempre recibes lo que das, pero siempre das lo que eres, y eso es tu esencia.”

Rosalba Martínez Panza- todavía con los estragos de la noticia previa- fue sacando las bolsas amarillas y contó dos títulos, “las piedras están cansadas, de Alfonso Ávila Pérez  y Cuentos Caribeños, una antología de Ismael Castellanos Guevara, Mirian Diaz Pérez y Melquin Ortega Padilla;  y una libreta de Notas Santabárbara».

Las revelaciones de Joce Guillermo Daniels, sentado en la hamaca, con una voz reposada, es una pieza de la nostalgia, digna de una crónica por aparte. En ella dejó sentado que la historia de un sólo hombre, puede ser la historia de todos los  hombres de todos los pueblos. La muerte de Efraín de la Peña, en 1964, a quien un primo le dio tres tiros  en Talaigua Nuevo, porque la victima le dijo que no era valiente, es la misma historia de Pello Soto, un comprador de terneros gordos, a quien el potentado Rafael Frieri le dio un tiro en  una pierna, frente al bar el Gurrufero de San Jacinto y lo dejó lisiado de por vida. La única diferencia es que De la Peña murió en el acto y Pello Soto sobrevivió, pero tuvo que irse del pueblo.

Alfonso Hamburger, Yanet Álvarez, Pedro Mancera, Alfonso Herrera y Fabio Ortiz Ribon, en Talaigua vieja.

Bollo palo con palo.

El festival de escritores y tradiciones de Talaigua Nuevo, Rosmar de Talbol, no es una simple muestra de producción literaria, sino una muestra de la gastronomía criolla, que es básicamente una identidad cultural, porque el hombre es lo que come. El sábado 23 , antes de llegar al comedor, pasamos por Talaigua Vieja, pegada a la nueva y conectada por un camino destapado de un kilómetro. Allí está la iglesia y detrás el cementerio, además de un parquecito con la estatua del Mariscal Sucre bastante deteriorada, y muchos arboles frondosos en pleno verano.

Al llegar al comedor, Rosalba tenía preparada una sorpresa. El desayuno era bollo palo con palo, adornado por una tajada de queso  biche. La recete es sencilla, pero sabrosa y es diferente según el pueblo. En algunas partes la hacen con masa procesada industrialmente, lo que le quita sabor. El producto básico es el plátano, en cualquiera de sus denominaciones, sea papoche, mafufo, cuatro filos, asentado o jarta pobres. Lleva plátano verde, cuyas tajadas se tuestan al sol y se muelen- se hacen polvo- que se revuelve con plátano  maduro, entre más maduro más sabroso, se le echa sal y azúcar al gusto y se cocina. Se le echa clavito o pimienta. Queda un bollo color majagua, delicioso, pastoso y blandito.

Aunque un balurdo dijo que el bollo estaba entre las peores comidas del mundo, el cocinero Alex Quessep, de Sincelejo, ha logrado introducirlo entre las comidas gourmet de finos restaurantes. Entonces, !que viva el papache, y el palo con palo!, así como los vallenatos festejan el perro con perro. En materia de bollos Talaigua le disputa privilegios a Sampués.

El almuerzo fue otra sorpresa, todas registradas en el lente de don William Álvarez Villadiego, de Chinú, que además de su compañía tan sincera, era el transportador de cabecera. Nos recibieron con pescado frito con yuca. Bajado con guarapo de panela.

Por la tarde fue esperar, en la plaza, que llegara la noche, para el sentido homenaje a Marlon de la Peña.

El regreso.

Iglesia San Roque de Talaigua, el emblema.

Si en el viaje de ida llevábamos incertidumbre y cierta fatiga, el regreso fue como si hubiésemos recargado baterías. El grupo fue muy unido y solidario. Para destacar la alegría y porte de la poetisa natural y profesora Janeth Álvarez Montiel, digna representante de la mujer indígena de las sabanas de Córdoba, con su atuendo favorito,  el sombrero zenú vueltiao  y su compañero de treinta años- se conocieron con un disco de Rafael Orozco y aún siguen de amores como el primer día-, William Álvarez, quien aparte de registrar los momentos en su celular, nos condujo hasta la puerta de la casa. Igual de Carlos Alberto Ramos, de poca parla, pero tremendo gestor.

la presencia de Pedro Mancera Ibáñez, con su don espiritual, fue una guía suprema. El domingo invitó al grupo a desayunar bocachico salpreso en el puerto de Magangué, en la albarrada. Narró la historia el antiguo Yatí y cómo la construcción de dos puentes varió todo. El tramo pequeño ahora  es usado solo por lugareños.El comercio se dividió . Hoy de lo que era el gran movimiento de Yatí, para tomar el Ferry a Mompox, es soledad. Solo recuerdos de la pujanza. También de cómo había que madrugar para tomar el Ferry ciudad de Mompox, que se gastaba casi una hora para llevarlos a la otra orilla y las veces que se hundió o se fue aguas abajo, sin rumbo, al vaivén del río.

Cuando llegamos a la venta de pescado, en Magangué, nos cogimos parte de la procesión de Ramos, como en Santa Ana, donde madrugaron los feligreses.

Yaneth Álvarez se paseó con un sombrero fino y unas gafas oscuras. William llevaba igual que yo, pinta de turistas, tomando fotos. Enseguida había mil ojos puestos en nosotros. En las primeras fondas donde preguntamos por pescado, decían que todavía no habían abierto. Eran poco más de las ocho.

Alfonso Hamburger, Pedro Mancera y Yanet Alvarez, en Magangué.

Don Pedro, que se las sabe todas, no comió cuento, porque conoce Magangué, donde vivió muchos años. Destapó una palangana de aluminio, que humeaba por las orillas. Había por lo menos diez bocachicos frescos arrollados, cocinados al vapor, humeantes. Y sin preguntar precio pedimos. Nos los sirvieron con plátano maduro y yuca cocinadas y un “tumultico” de arroz blanco con frijol cabecita negra, más una rociada de suero sabanero. Una delicia. No quedaron ni las espinas.

Por dárnoslas de turistas, sin saber, nos clavaron. La excusa era que no habían abierto pescado aún, que el producto estaba muy escaso y que un bocachico en la propia canoa estaba costando 28 mil pesos.

Fondera típica de Magangué.

Don Pedro, un santo de carne y hueso, que conoce la trasfiguración de la ostia y que ha puesto su guitarra y su talento al servicio del rey del universo, nos dio una lección de bondad. La primera, como principio estoico, es no protestar y dar gracias por todo, poque la gratitud se convierte en bendición. Se metió la mano en el bolsillo y pagó la cuenta sin chistar. Oficiaba de local.

El único ápice de protesta de don Pedro fue en el cajero electrónico del banco en Magangué, donde lo asaltó un brote de popularidad. Mucha gente se acercó a saludarlo. Al activar su tarjeta, vio que el cajero no servía. Trató de encolerizarse, pero pronto recobró su posición de santo y soltó una risa que se escuchó en todo el Caribe.

En estas tres fotos, la iglesia la candelaria de Magangué. una fondera tradicional y la viuda de pescado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Alfonso Hamburger

Celebro la Gaita por que es el principio de la música.

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