FINAL PRECIPITADO DE LA NOVELA DE GABO?
El sopor ardiente de la laguna, vientos locos.
Por ALFONSO HAMBURGER
He terminado en un pin pan pon la novela final de Gabo, En Agosto nos vemos. No habrá más, al menos que la inteligencia artificial nos regale otra Cien Años de Soledad. Su sólo nombre EN AGOSTO NOS VEMOS, no NOS VEMOS EN AGOSTO- que es menos poético- ya es un regalo para los San Jocineros, que siempre soñamos con un segundo agosto.
Y no se trata de despedazar esta obra final, para dárnosla de doctos, pero lo que se siente allí es la pulsación de Gabo, con sus frases poéticas y sus adjetivos bien puestos para apuntalar la acción de describir con fuerza las atmosferas y la intención de pintar con magníficos colores el Caribe, que fue el espacio vital de su existencia, donde lo podían soltar con los ojos vendados y sabía que estaba en Cartagena o en la Habana. Su cuerpo funcionaba mejor en el Caribe como el mío en Sincelejo o San Jacinto. Cada elemento, en este caso el sexo, la infidelidad, veinte dólares, un libro, un sol de fuego, un mar metálico, cumplen una función narrativa. Son elementos que parecen perdidos en un párrafo, describiendo una escena de hotel, pero que aparecen más adelante, para denostar que el tipo tiene la obra en sus manos, que la domina y son esos personajes y esos elementos, los que narran. Allí está la laguna exótica, las garzas azules, el cementerio de pobres , de indigentes, el mar dormido o la luna triste, que va describiendo dos escenarios unidos por una pasión, el erotismo y la descripción de cómo se desnuda a una mujer, quintando una a una las piezas, con la punta de los dedos, como un novillero elude una bestia para meterle la espada o como se desoja una cebolla. Magistral. Eso solo lo describe quien ha vivido esos momentos sublimes de tener tendida en una cama a la mujer amada, la mejor obra poética de Dios.
Sin duda, En Agosto nos vemos, ni pintada para la sed cinematográfica de Gonzalo y Rodrigo García Barcha, los hijos ya sesentones de Gabo, que siguen siendo dos niños grandes con buena suerte.
En las 72 páginas hay tensión. El guion- porque parece un guion cinematográfico- a veces toma picos altos, excitantes, supremos, en un agosto de noche, donde siempre llueve y uno se pregunta qué vendrá en la próxima escena, si aparecerá el hombre de la primera pilatuna, o si María Magdalena Bach cortará rabo y oreja o si pasará la noche sola en una Isla que le despierta el instinto erótico salvaje, de una mujer torneada en manera, donde pasar un noche sola es un desperdicio. Es una novela de alguien que sabe de música, de muisca culta.
Sin embargo, y no por demeritar la obra, existen algunos aspectos que pudieron pulirse mejor, como la palabra había repetida en un solo párrafo, un artículo repetido o ventilar por la ventana el aire denso donde estaba la fragancia del último polvo, donde ventilar pudo ser cambiado por evacuar, poque ventilar viene de viento y ventana también, creo yo.
Lo que me da la sensación es que la infidelidad tardía de la madre, a quien María Magdalena le lleva los 16 de Agosto – día de San Jacinto , un ramo de gladiolos -primera vez que oigo hablar de esas flores- fue como precipitada, como parece precipitado el final, donde hay párrafos que sin duda, se alejan del estilo pulcro, denso, reposado de Gabo, para dar la estocada final.