¿Y QUÉ QUEDA PARA NOSOTROS LOS SIN DINASTIAS?
– Los Nietos del viejo Albertico, al ruedo.
Por Alfonso Hamburger
Lo que faltaba en el vallenato: la Nena Zuleta. No es tan bonita, no canta mal, tampoco es que lo haga tan bien, pero resulta que es hija de Emiliano Zuleta Díaz. La música nuestra- ahora más con las redes sociales- está tan saturada, que quienes nacimos sin dinastías, tenemos que trabajar demasiado para ganar un nombre. Y no van tan lejos si nos apuramos.
Mi hija Marialis canta desde que tiene uso de razón. Cantaba desde que estaba en el vientre de su mamá. Y su hermanita Orieta igual. Siempre me oyeron cantar en el baño. Y me decían que yo era desafinado. Ella, Marialis, Ha estado en el conservatorio de música, baja los módulos de Internet y tiene una afinación perfecta. Su voz es muy tierna, de niña carismática, con alma de cristal. Sorprendido por su talento, me puse a buscar dinastías familiares y me entusiasmé por el lado de los Fernández, por parte materna. Mi abuelo Albertico debió ser Díaz, pero no los de Leandro, Ni Diomedes, Ni de Marcos ni de Enrique. Tampoco de los Fresco de Leche, que también son Díaz.
Mi bisabuela se llamaba Narcisa Fernández y de ella heredamos el apellido por aquello de que no era casada con Manuel Díaz, de quien heredamos la calvicie y en algunos los ojos azules. Ni por los Díaz ni por los Fernández tenemos vena musical, porque cuando los busqué por los lados del maestro Toño Fernández, me di con una verdad: el maestro no era Fernández sino Hernández. El viejo Albertico Fernández, O Díaz, era medio poeta y medio repentista, pero en realidad lo que mejor hacía era negociar cosas pequeñas, como mangos, burros, aguacates, gallinas y esas baratijas, pero decía que tenía más plata que el Banco de Bogotá: se refería a sus hijos y nietos. Y para “pelear” con las Dinastías musicales ya reconocidas, me arriesgo a lanzar al grupo de “Los niegos del viejo Albertico”, que encabeza Hernando Fernández, ganador del Festival Sacha en Puerto Rico en 1984, con el tema rencauchado por Piero el rapero “San Jacinto querido”, y Manuel Ramón, su hermano, lo hace mejor.
Cuando vamos a la finca no los llevamos para que empuje el carro, abra los portillos, menee el sancocho, sirva el trago y remate la parranda cantando rancheras al mejor estilo de Antonio Aguilar o Javier Solís. Mi padre, que es más sordo que una tapia, decía que cuando yo era niño fui la misma estampa de Javier Solís. La mejor intérprete del Himno Nacional que conocí fue mi madre, la Seño Viña, que era muy afinada y culta. Yo lo que quería ser realmente era integrante del conjunto de Andrés Landero, pero a duras penas integré el grupo de Álvaro Arrieta ( QEPD). Claro, cantaba sólo cuando se iba la luz. José Wilfrido suspiraba con ser Diomedes Díaz y Wilson Alberto ganó un concurso de composición del Magisterio. Considero, que después de Nando, Ramo y Viña, yo fui quien más trató de cantar y aunque no lo hacía mal, no estaba preparado para eso. No tengo memoria para los rezos ni para los cantos.
Dicen que la herencia musical va dando saltos. De los nietos de Albertico, el que mejor lo hacía era Nestico, hijo de Ramo, hoy pastor evangélico. Henry Javier, mi hermano, aprendió a tocar acordeón después del cuarto piso. El paga para tocar y brinda con wiski a los acompañantes. Ha sido con Ser Vallenato telonero de los Zuleta. Y Diana mi comadre le aplaude. Fueron premiados con Karolina, que es sin duda, la gran revelación de las sabanas.
Ya dije que la herencia musical da saltos. Se pierde en algunas generaciones y aparece en otras. Donde se escapó del todo fue de los hijos de Piero, afinado sólo para echar embustes. Los hijos de Piero son más desafinados que un pico de botella azotado por el viento en un desierto triste en una noche de huracanes. Pero la naturaleza no se equivoca, Piero tiene dos nietos que son puntales insoslayables en el conjunto que quiero armar, aunque sea solo para una presentación cultural: Los Nietos del Viejo Albertico.
Allí estará Henry al acordeón con Carolina, Álvaro Andrés, Marialis La Lainda, Piero, ifo ( hijo de Andrés, nieto de Piero el viejo), Orieta Margarita en los coros, con José Wilfrido como ayombero, José Yeisin como percusionista , Ricardo Andrés ( hijo de Alvaro) como bajista al lado de Ricardo Javier Ramírez ( hijo de Nelsy), y se me olvidaba El Pocho Ramírez, además de José José Pulgar, que también anima. Yo, por ejemplo, los presentaría, con la ayuda de Wilson. Y les daría unas canciones como El Pum Pum y Alma Sabanera y como conjunto de apoyo El Peky y su Hermano, el cabezón Anaya, etc, que son parte del conjunto de Andrés Landero. Invitaría igual a Miguel Manrique, para las fotos y obvio, para cantar Mis canas.
Pero ahora que he escrito estas barbaridades, descubro, como lo dije el principio de este mensaje, que la vaina no será fácil, porque tendremos que enfrentar a la Dinastía Lora, que son de buena presencia y profesionales; a Los Manrique, A los Pacheco, a los hijos de Ramón Vargas, menos mal que los de Toño Fernandez no tocan, pero está el nieto de Landero, los hijos del Pekín, los de Praxisteles y dejar de contar. Eso sólo en el patio, porque a nivel nacional habremos de enfrentar a los 47 hijos de Diomedes Díaz, que son como una caricatura del padre; a los hijos de Silvio Brito, a los de Poncho Zuleta y de Emiliano ( incluyendo a la Nena Zuleta que faltaba), al hijo de Villazón, a los López, al hijo de Colacho, a los nietos de la Cacica, a los Paternina en Corozal, a Los Torres, a los de Calixto, que son tres: Calixtico, el niño inteligente, el retoñito y mi respaldo, Cesar y Rolando.
La tarea no será fácil, porque sé que en la lista de cantantes, acordeonistas, flauteros, cajeros y artistas con dinastías de este folclor, me he quedado corto. Bueno, pero lo mejor que tenemos son las ganas. Dios nos ilumine.