Y ganó la Maluca !Ojo con el juego de manos!

Y ganó la maluca:
¡ojo con el juego de manos!
– ¿Cuántas veces nos han cambiado la tarjeta en Colombia?Doloroso, desde todo el punto de vista, lo sucedido a nuestra reina de belleza, la bella Ariadna, pero analizándolo bien, la actitud del presentador- no por negro tenía que ser- la trampa-si fue una trampa dolosa- parece como si se tratase de un castigo a un país ya casi acostumbrado a las trampas y al juego de manos. Acá pocos jugamos limpio. Por lo regular se juega con las cartas marcadas, para engañar al otro.

Desde la derrota del general Gustavo Rojas Pinillas, el 19 de abril de 1974, que generó el surgimiento de la guerrilla del M-19, pasando por el juego de la pimientica, con la que “pelaban” al viejo Emiliano, hasta la derrota de nuestro rey sabanero en Valledupar, Lisandro Meza en 1969, hemos vivido de reyes sin corona. Se nos ha quemado el pan en la boca del horno. O nos los han quemado.

Es decir, somos un país de tramposos. Eso no justifica lo hecho a nuestra reina, pero podríamos decir que el pecado no se paga en el infierno, sino mientras transitamos este valle de lágrimas. Alguien me dijo que la vida es como un restaurante en donde nadie se va sin pagar lo que consumió, al menos que se vaya escondido. Las elecciones nuestras, han estado llenas de trampas y juegos de mano.

Le hacemos trampas al cliente cuando alteramos el peso de totuma para robarnos unas onzas de cada libra, o cuando el campesino envenena el tabaco- echándole tierra y agua caliente- para compensar el mal precio, o cuando votamos por alguien diferente del candidato al que  hemos vendido el voto. Y lo sugieren cuando dicen “Tómale la plata y vota por otro”. Se justifica la trampa. Esperamos que promulguen las leyes para hacerles el zigzag y burlarlas.

Pero de todas las trampas diarias, en ese juego de mano que más nos genera desconfianza, la de mayor trascendencia, por ser la más peligrosa y criminal de todas, es la corrupción, que genera dolor y pobreza. Somos desvelados por el poder y la riqueza fácil y cuando tenemos ese poder queremos más. Deberíamos leer a José Mujica, que vive con lo estrictamente necesario y mientras fue presidente de su país, solo usó una cuarta parte de su sueldo para sus gastos personales, mientras el resto lo donó para los pobres.

Mientras nosotros pasamos del carro pequeño a la ostentosa camioneta como si con ella fuésemos más grandes y mejores, Mujica jamás cambió su pequeño auto, por el que ahora le han llegado a ofrecer hasta un millón de dólares. En mi pueblo, cuando el ciego me vio conduciendo mi pequeño QQ me preguntó por qué había comprado ese carro tan chiquito. Todo está con el color con que se miren las casas, entonces le respondí:

-Chiquito lo verás tú, le caben los mismos pasajeros (5) que a una cuatro puertas. Lo único que no tiene grande es el baúl. ¿Para qué más si me lleva donde quiero?

Si pensáramos en todo esto y calculáramos cuánto daño nos hacen las trampas y el juego de mano, lograríamos mejores niveles de confianza. Y la desconfianza, es el principal mal de los latinos. Y si no generamos confianza, estamos perdidos. En Sucre, al que le acaban de despojar un título mundial de belleza descaradamente, no es necesario investigar la corrupción. Uno se la halla sin pensarlo. Hay corrupción en el tipo que revende la boleta que le habían dado de cortesía para ingresar a la velada de coronación de la reina central de las fiestas del Veinte de Enero y corrupción entre quienes manipulan las programaciones festivas en favor de los intereses particulares. Y hay corrupción cuando se designa en un cargo a una persona con nexos no santos.

Lo lamento por Ariadna, pero no las aplicaron, después de que  nosotros nos las aplicamos todos los días entre nosotros mismos. Como dice el macondero:

– ¡Fuera de manos! A tener juicio, carajo!

Por Alfonso Hamburger

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