Por ALFONSO HAMBURGER.
Expedición Montés de María.
Al término de aquella travesía por El Bongal mi celular quedó loco. La expedición nos llevó por los caminos de Gavilán y el famoso Cerro de Maco, dónde se inspiran los compositores. Era comienzo de diciembre pasado. Hacía ya 29 años que no subíamos el emblemático cerro, a quince kilómetros del Sitio de San Jacinto y a novecientos metros sobre el nivel del mar. En 1992, con Numas Gil Olivera y Abelito Viana fuimos al cerro con las candidatas del reinado Rostro Angelical, pero el paseo se nos acabó cuando nos dijeron que el contorno estaba infestado de minas quiebrapatas. Nos devolvimos con el rabo entre las piernas. Y no hallábamos dónde poner los pies.
La carretera, con algunos tramos de placa huellas, va serpenteando el gran cerro y lo que hace es eludirlo, dándole vueltas para vencer su intensa ladera. A cinco kilómetros antes de impactar con el gran Maco viramos a la izquierda, como si fuéramos para Las Mereces, pero en mitad de camino hay un paraje embrujado, que es El Bongal, dónde hallamos una cría de pavas congonas y centenares de aves que revolotean en aquel paraíso.
Llevamos dos guías de primera línea, Antonio Rodríguez, el rey de los cacaotales y Fernando Támara, un campesino feliz y enamorador, quien nos extendió la invitación para Semana Santa.
Nos internamos por un arroyo de aguas mansas, cristalinas y frías, que se deslizan sobre curvas ,raíces antiguas, piedras como huevos prehistóricos y bejucos, orillando cafetales.
El desayuno fue opíparo, con carne sancochada con bastante vituallas servido sobre hojas de plátano.
Vimos el proceso del cacao, que ha sido una bendición.
De regreso, en un descuido, al lavar mis manos, se me cayó el celular, con el que tomé mil fotos. Me devolví a buscarlo y lo hallé de suerte, porque éste cayó sobre una creciente de agua cristalina y alcancé a verlo en el fondo. El bendito estaba muy quieto. Lo sacudí, lo puse al sol, pero quedó loco, marcando a diestra y siniestra.
La vida de Fernando Támara es toda una crónica que alguien debe de escribir.