Pello Soto, el primer desplazado de San Jacinto

– Pello Soto era la estampa de Gabito.

Por Alfonso Hamburger.

El día que por primera vez vi a Gabriel García Márquez  confirmé lo parecido que era con Pello Soto, uno de los primeros San Jacinteros desplazados por una amenaza de muerte. No quería conocer al mejor escritor colombiano de todos los tiempos por sus escritos, sino para comparar su bigote blanco con el  de este personaje San Jacintero de estampa fina a quien  conocí en sus últimos tiempos como comprador de terneros. Una tarde, Gabito estaba reunido en uno de esos corrillos que se forman repentinamente en cualquier esquina de Cartagena, en la calle San Juan de Dios. Estaba con dos o tres viejos peina canas con los que se halló de afán y yo pasé cerca sin saludarlos y sin detenerme, pero logré comparar la espesura de sus bigotes con los del San jacintero: igualitos a los de Pello Soto.

A Soto- apellido muy raro en San Jacinto- , según cuenta José Luis Salcedo Lora, El Cheli, en su libro “San Jacinto Tierra de personajes”, era un gordito simpático y afable, que vivía a media cuadra del Gurrufero, el célebre salón de Miguel Pacheco Blanco, el viejo Miguel. Precisamente  Pello Soto, estaba en un bar viendo jugar billar cuando llegó el Doctor  Rafael Frieri Maceo, con una botella de Waht Lebel a la que le había bajado varios dedos y como Soto se quedó viéndolo, le ofreció un trago, a lo que el desprevenido respondió:

– ¡Dado aunque sea un tiro!

Inmediatamente, como tentado por el Diablo, Rafael Frieri sustrajo su revólver niquelado, reluciente, y disparó a  Pello Soto, hiriéndolo en una pierna, dejándolo lisiado de por vida.

Rafael Frieri, de gran poder económico y acostumbrado a disparar a la mínima provocación, se había hecho famoso con su caballo “El cinco mil” en el Hipódromo de Techo y también por sus reiterados escándalos. Disparaba y pagaba a sus víctimas, en competencia con Herando Pereira, el de los almacenes, también san jacintero, quien le metía su caballo a las fritangas y lo introducía en los bailes. También se hizo famoso por su gallo El Carnaval, muerto en una riña y a quien le hizo un entierro de gente, con ataúd humano y misa solemne. Fue metido en la cárcel por el godo Dimas Solano.  Los heridos en las balaceras que se formaban reclamaban ser heridos por las balas de Rafael Frieri o de Pereira, porque pagaban bien a sus víctimas. Nadie quería, por ejemplo, ser herido en una trifulca por las balas de Luis Viana, el relojero, u otro que fuese de poco poder económico.

Cuenta Salcedo Lora, que la mujer de Soto acostumbraba ir al Carmen  de Bolívar a pedir plata por la indemnización de su marido, hasta que en una tarde que  Rafael Frieri estaba de malas pulgas, le amenazó:

–         Vete para San Jacinto, dile a Pello que se bañe, se afeite y se ponga una muda de ropa limpia que esta tarde voy a matarlo, porque me sale mucho más barato muerto que vivo.

Como sabía que Rafael Frieri no mentía, la mujer corrió a San Jacinto, empacó la ropa y con Pello Soto y la familia, se montaron en un camión de mudanzas, se fue a vivir para siempre a Cartagena.

Pello Soto iba esporádicamente al pueblo a negociar terneros. Yo alcancé a verlo donde mi papá, con esos bigotes blancos y su cuerpo embutido en unas guayaberas blancas de cuatro bolsillos: era igualito a Gabriel García Márquez.

Por Pello Soto me interesé en Gabito, después nunca más.

Alfonso Hamburger

Celebro la Gaita por que es el principio de la música.

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