El arenero más viejo del mundo
Francisco Castellar, 83 años de vida, 73 arreando arena del rio San Jacinto
Por ALFONSO HAMBURGER
Francisco José Castellar Castellar, nacido en San Jacinto el 29 de agosto de 1937, pudiera ser el arenero más antiguo del mundo, pues desde los diez años sustrae este material del Arroyo y lo vende a domicilio, siempre en burros. Es una actividad con la que ha vivido durante 73 años. Con ella levantó su casa, se casó, enviudó, tiene una hija, varios nietos y un tataranieto.
Francisco se crio en casa de su abuela Rita Diaz, que vivía en la orilla del Arroyo, en el Callejón de Benjita Barraza. Era una inmensa casa de palma que sucumbió con los años, devorada por la erosión del barranco.
Su madre María Castellar se casó con Miguelito Martínez, hermano del famoso zapatero José Elías Martínez, pero la muerte del marido los separó.
Ya viuda, con un hijo, tuvo una relación con Pedro Castellar, de los dueños de la finca Torobe. Tuvo dos hijos naturales, exentos de herencia. Son Francisco José, el arenero, y Pedro, que murió a los ochenta años.
Los hermanos Castellar, todos ya difuntos, dueños de Torobe, fueron Pablo, Julio, Dionisio, Modesto, Eugenio y Miguel.
EL arenero fue por algunos años al colegio privado de Julio Mendoza, antes del instituto Rodríguez, pero por falta de recursos sólo aprendió a leer y a escribir.
Le gustó desde niño la arena. Le produce cierta fascinación. Era sólo bajar al cauce del Arroyo San Jacinto y sustraer el material para vender.
A Francisco, quien siempre se le ve acompañado de unos muchachos muy voluntarios y solterones eternos, le antecedió en el oficio Joaquín Lora, residente en el barrio Corea, quien murió de cáncer, porque fumaba demasiado.
Joaquín Lora, su profesor en el oficio, tuvo diez hijos con Francia Fonseca, quien cumplió 92 años el 20 de marzo.
Paradójicamente de los diez hijos de Francia Fonseca y Joaquín Lora, cinco son hombres y cinco mujeres. No sabe porqué , pero los cinco hombres que se dedican a hacer mandados, ninguno se casó, porque son un poco especiales. Uno de ellos, entre quienes ya hay uno en los programas de la tercera edad del Estado, mayor de 65 años, es arenero. Se llama William y es quien le ayuda a cargar la arena y jarrear los burros.
EL arenero más antiguo de San Jacinto dice que uno es lo que se propone. Si te propones construir una casa lo logras, aunque sea pequeña. Él se casó y enviudó. Tuvo una sola hija, con quien reside en el barrio El Porvenir, con cuatro nietos y una bisnieta. Tiene un tataranieto.
Los carromulas transportan 30 latas de arena. Aquí Manuel Lora.
Actualmente tiene tres burros, que remplaza continuamente, porque el trabajo es pesado. Cada carga de arena lleva tres latas, que tienen un valor de tres mil pesos. Mil por lata. Es el mismo valor, sin importar la distancia.
Francisco dice que la competencia es dura. Hoy hay varios carromuleros, que tienen mayor poder de carga, incluso jeeps.
Dice que la actividad constructora en San Jacinto es buena, con casas de dos y hasta tres pisos. Tiene clientes muy viejos que lo prefieren.
Sostiene que en tiempos de Doña Narcisa Diago de Lora, quienes traían cien bultos de cemento de Barranquilla para su depósito, se vendía poco. Ese material se vendía en meses. Ahora 500 bolsas de cemento se pueden vender en un solo día.
Como todo, los areneros tienen días buenos y malos. Hay días que no venden un solo grano de arena, se van en blanco. Como hay días muy buenos. Hoy, por ejemplo, solo trabajó en la mañana, ganándose 36 mil pesos. A las tres de la tarde, ya estaba bebiendo tinto donde La familia Arrieta Hamburger.
En sus setenta y tres años de estar en la actividad, Francisco ha podido ser feliz, porque todos lo reconocen como un hombre servicial y trabajador.