!LOS FALSOS CRONISTAS!

VICKY2 CAPARROSLOS FALSOS CRONISTAS.

Por Alfonso Hamburger

Ante el prestigio indiscutible de la crónica periodística y el posicionamiento de sus cultores en la literatura mundial, han ido apareciendo algunos especímenes acaparadores que se venden como tales sin ser realmente cronistas.
Así como desconfío de quienes se auto postulan como poetas o periodistas, desconfío de quienes tratan de vender “un periódico de ayer” como si fuera lo último en guaracha. Ahora resulta que todos son cronistas, confundidos con la civilización del espectáculo, para reinar sobre las ruinas de la cultura seria y sobre SUS CENIZAS  levantar la cultura light. Uno de esos falsos cronistas es un tal Rafa, de esos especímenes que usan las redes sociales para llamar la atención y luego saltar al tarjetón. Pelan el cobre con inusitada facilidad, o dan un escándalo público para buscar tráfico de su imagen. Se ve de todo. Contar chistes y vulgarizar el mensaje con un lenguaje de vicioso rebolero no es crónica. Tampoco son las columnas de opinión donde cierto personaje engreído empieza hablando de su rebeldía para terminar pidiéndole cacao al nuevo gobernante. Aunque la crónica no tiene reglas más allá de la estética y el ritmo y en cada género es distinta, puede comenzar como ensayo o con una pregunta, no todo se puede calificar como tal. La crónica toma del periodismo la investigación y de la literatura la estética. Pero mas allá de escribir bonito, se necesita un ritmo sostenido, como el mejor porro, con la bozá y todo, que es el clímax del cuento y un final contundente. Sostener la respiración de la crónica ayuda a sedar al lector, para que se rinda al relato y no se despierte. Si algo está cojo se despierta y se nos escapa.

ALBERTO SALCEDO
La crónica se describe muchas veces como un cuento de verdad, pero resulta que ese cuento debe tener ritmo, pausas, remate.
De tal manera que quienes se postulan como cronistas en sus apariciones en las redes sociales con su periodismo light o escriben lo primero que se les ocurre en cualquier espacio para vender cierta imagen le están haciendo una grava daño al periodismo, de por si una actividad venida a menos. Esos que dicen “Yo escribí una crónica” para tal cual, caen en sospecha de ser unos impostores. El verdadero cronista, el verdadero periodista no dice que lo es.
Sería bueno poner a cada quien en su puesto, en estos momentos en que los cantantes quieren ser novelistas y los periodistas cantantes. En estos tiempos en que algunos cuenta chistes se creen cronistas y periodistas de baja ralea fungen como escritores.
En Bajo Grande, donde yo nací, el hombre que se las daba de sabio era un negro enorme. Y como nadie sabía leer, toda carta que llegaba se la llevaban al negro para que la leyera. El negro tomaba la carta en sus manos y leía: Aquí dice, aquí no dice. Acá dice, acá no dice.
Y la gente exclamaba: ¡Nojoda y ese negro si sabe!
De modo, queridos amigos, que no todo lo que se escribe o habla en las redes sociales es crónica, porque estaríamos irrespetando a Alberto Salcedo Ramos, a Martín Caparrós o a Leila Guerreiro.
Con la franqueza que me caracteriza- porque yo suelo escribir crónicas- al Meridiano de Sucre trajeron a un cachaco experto en crónica. Me lo pusieron al lado. Escribía pulcro y con cuidado, pero no era cronista. Le costaba echar el cuento. El iba en la pagina de Sincelejo y yo en la de Sucre, vecinitas, y pueden revisar los estilos en los archivos, años 2002-2003. Yo, francamente le decía, mire Arenas, cuelgue su hamaca debajo de la mía a ver si aprende. Eso no lo venden en las tiendas.

LEYLA GUERREIRO

Alfonso Hamburger

Celebro la Gaita por que es el principio de la música.

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