¿LLIRENE, EL MEJOR PERSONAJE DE JOSE RAMÓN MERCADO?

¿LLIRENE, EL MEJOR PERSONAJE DE JOSE RAMÓN MERCADO?

Por ALFONSO HAMBURGERJOSE RAMON

Mi pluma yacía mojada en un rincón de la pandemia. Me dedicaba a engordar, mientras buscaba al Cororo para ponerlo a dialogar con El Gurrufero, cuando llegó el zarpazo. Como los personajes de José Ramón, tampoco yo tengo memoria para los rezos. Por eso me parece de mal agüero las cadenas de oraciones que con mucha frecuencia se piden en las redes sociales cuando ataca la plaga, porque creo que la mejor oración es practicar el bien sin mirar a quien, dejar a un lado la cultura del perrateo, ser legal. Tratar de ser justo, nada más.
Y siente uno la necesidad de escribir sobre el amigo que se ha ido. Me levanté de la inercia. A José Ramon es muy fácil recordarlo, por muchas cosas. Por su risa ingenua y sarcástica a la vez, por su forma como se estremecía el teatro de Sincelejo ( aún sin nombre) y La Fiesta del Pensamiento casi asaltada por los mamertos, con sus versos de la casa entre los arboles y la lista de “dados de baja” durante la guerra…y los versos a su tío Luis Enrique.
Nunca es abundante lo que se escribe sobre los amigos. Un día vi a José Ramón Mercado defender su propuesta de un Festival de Gaitas en una asamblea, sí, porque los éxitos tienen más usurpadores que las derrotas. Un día me contó, ante la disputa absurda por la Fiesta del Pensamiento, que alguna vez en Barranquilla trataron de formalizar “La Universidad de Barranquilla” y la idea llegó solo hasta que fueron infiltrados por un grupo de mamertos que, como el ratón bodeguero, lo que no se comen lo dañan. Y se acabó todo, como en El gurrufero.
Tenía ganas de llamarlo poco antes de que lo atacara la maldita plaga, en la idea de poner a caminar al Gurrufero por toda la región, en un intercambio con otros personajes de los pueblos. José Ramón hablaba del Ovejero Limpio, prístino, entonces recreaba El Cororo. Ya me pintaba al Cororo recibiendo al Gurrufero con una tasa de café Cerrrero en el kiosco de la casona donde yacen cerrados los 4 mil volúmenes de la Biblioteca Aura Romero, pero el virus nos postergó el café.
Sin el rigor suficiente, de ese que siempre padezco en mis ímpetus de memoria- el que venga detrás que harre), creo que el personaje de más vigor en la literatura de José Ramon Mercado es Francisco Llirene, con el que bautizó su festival.JOSE RAMON1
Descubro nuestra hermandad inalterable por la muerte, entre San Jacinto y Ovejas, porque fue un San Jacintero, Jaime Castellar Ferrer, descubridor de Tenerife, Magdalena ,como cuna de la gaita ( No Ovejas ni San Jacinto), quien lo alcahueteó en su idea de un festival de gaitas.
Sin el rigor suficiente, después que lo vi naufragando en la Asamblea del Festival No 33, donde trataba de puntualizar la historia, escribí el siguiente texto:
“Si Tania Cabrera, con esa sonrisa que es como un sol es la reina del amor a lo ancestral, el poeta José Ramón Mercado, es el ideólogo del Festival de Gaitas Francisco Llirene, que hoy por hoy posiciona a Ovejas como un punto insuperable en materia de folclor.

No todo está dicho. El festival, ese que nos congrega en torno de esos palitos a los que lo único que les hace falta son ojitos para ver y boquita para hablar, es todo un proceso, que arranca oficialmente en 1985, pero que tiene sus antecedentes desde el mismo día en que la gaita empieza a difundirse por el mundo y llega la crisis. José Ramón Mercado, un verdadero jefe de la tribu, como investigador fue acucioso desde niño. Dice que en1975, se unió a otro hombre esencial en la academia, Jaime Castellar Ferrer, de San Jacinto, por muchos años rector del Colegio Pinillos de Mompox, donde llevaba con frecuencia a los gaiteros de la tierra. En ese año, Toño Fernández tuvo una crisis de salud y después nunca pudo hilvanar ideas, porque cuando le preguntaban por su viaje por cuatro años “A las Europas”, estallaba en llanto. La gaita había entrado en crisis.
Mercado Romero, cuenta, adquirió un Audi por 61 mil pesos, en Bogotá y en este auto recogió a las cincuenta personas con las que se reunió en la capital, buscando una salida a la crisis. Ovejas, que se conocía por el tabaco, entraba en la crisis por las revueltas campesinas, en disputa de la tierra y un mejor precio de la hoja. Ya otros pueblos venían en el proceso de Festivales.
“Es que en Ovejas no hay gaiteros”, fue una de las frases de los convocados, cuando se propuso el festival de gaitas, que empezó a sacar cabezas de ventaja a quienes propusieron “El festival del Tabaco”.
Esa idea no se apagó. Quedó en ambiente hasta que se materializa diez años después, con los hermanos Cabrera Foltalvo, bastiones esenciales del evento, defensores acérrimos de la tradición, con una dinastía que brilla con luz propia, como la propia sonrisa de Tania.

José Ramón y Tania, a la cabeza, merecen todo el reconocimiento. Ya habrá tiempo y espacio para escribir eso. Lo cierto es que los libros de José Ramón, quien pudo sacar tiempo de la exigente labor de rectorar un colegio como el Inem de Cartagena , son un testimonio visceral de una saga familiar esencial en el proceso de memoria, aun con sorbos amargos, como el que vertieron aquellos padres severos, incapaces de echarse al hijo de burrito.
Pese a esa disciplina con Cartagena y su compromiso con la docencia, Mercado no se separa un instante de su proyecto, de pronto no hincando el poste para la tarima de sardinel, sino apuntalando el proceso desde el pensamiento. Propuso Mercado el nombre del Festival, sobre un personaje que no tocaba gaita, pero que era una especie de mago de la tribu con un lingote de imán, para liderar un proceso desde el tambor, Francisco LLirene, sobre quien ha escrito lo suficiente, pero sin romper el mito, dejando abierto un paréntesis para que otros entren a terciar. Apenas en este festival 33, es que se ha dado cuenta de que Pacho Llirere no era un gaitero de flauta, lo que abre un interrogante, como si fuese uno más de sus personajes de novela. José Ramón no solo se lo inventó, sino que lo vio y lo dimensionó de tal manera, que lo volvió creíble. Y es mejor que no aparezca su propio apellido, porque el apodo encumbrado a la eternidad, funciona bien.
A José Ramón, habrá que quererlo eternamente, por habérsele prendido la chispa y a Tania tratar de estar muy próximo a ella, para que nos ilumine con su sonrisa.
Al fin y al cabo la gaita es una mujer que nos marca el paso, mientras el macho pila el arroz o siembra la rosa. O en otros caso, se va a la guerra o para la parranda”.

Ver, en esta misma pagina , El nuevo Testamento de Los Montes de María.

Alfonso Hamburger

Celebro la Gaita por que es el principio de la música.

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