Talaigua nueva o Talaigua Nuevo?
Por Alfonso Hamburger.
El marqués en su hamaca, Joce Daniels, el homenajeado en la primera versión del festival de escritores y tradiciones Rosmar de Talbol.
La primera idea de crónica que se me figuró en el pensamiento fue la impresión del viaje Sincelejo- Magangué a Talaigua Nueva, pero le di vueltas y vueltas, porque desde el centro firme lo percibimos como un lugar muy lejano, más allá de Cicuco, que suena a guerra y a petróleo saqueado, pero en la medida en que fuimos transitando por el festival de escritores y tradiciones – más tradiciones que escritores, diría yo- fueron apareciendo otros rostros, otros paisajes y otras atmosferas, que iban de hecho a llamar la atención, por aquello de los detalles de los que está hecha la poesía y el reportaje, la escencia de la crónica.
Ya en Cicuco, donde estuve el año pasado, percibí que todo no era más que prejuicios, porque nos hallamos con un patio esplendoroso lleno de mangos regados en la arena- no alcanzaban a recogerlos- mucho animal de corral, una viuda de pescado fresco y cálidos abrazos. Al menos superamos la imagen vieja de Yatí.
Una primera impresión fue el hospedaje en Santa Ana, que yo quería conocer, porque allí fue alcalde militar- de los godos buenos- mi pariente Tito Hamburger, quien fungió como tal en nueve municipios del Caribe donde se necesitaba una mano dura y de temple. Allí viven una parte de los Diaz Hamburger, que son hijos de Carmen Hamburger Castellanos, de los primeros hijos del gran mariscal Tito, que murió como un pescador más en Calamar, después de haber sido alcalde de Puerto Colombia y San Jacinto, entre otros.
Santa Ana da la impresión de pujanza. Las casas en el centro y la iglesia, son enormes y de buen gusto, algunas parecen cantones militares, y la albarrada, en la orilla del brazo de Mompox que muere en medio de un sembradío de yuca, nos dieron la impresión de que ya había estado por allí, de pronto en una vida anterior. De noche y después de haber aclarado el tema de las iglesias y la apertura de la libertad religiosa de la constitución actual, atravesamos en una bicitaxi, un puente que, según el poeta Simón Villamizar, un intelectual de gran verbo, «Santa Anta le regaló a Talaigua». De aquí en adelante no vamos de alguna manera a decir nueva ni vieja, poque son la misma tierra con designaciones quizás arbitrarias. Digamos que para evitar fatigas. Simple economía del lenguaje.
No nos dijeron la longitud, pero sí que el letrero que reza “Puente Talaigua Nueva”, quedó del lado de Santa Ana, como para que no quede duda.
La primera pregunta que me hice, quizás con algo de imprudencia, en el primer festival- bajo aire acondicionado- en el primer encuentro con Joce Guillermo Daniels, era porqué estos pueblos tan próximos- no más de seis kilómetros- pertenecían a departamentos distintas. Apenas estaba caliente la frase del presidente Gustavo Petro en Majagual- Sucre, advirtiendo que el ordenamiento territorial de Colombia seguía siendo regido por la constitución de 1886.
La Mojana, por ejemplo, debería ser una unidad con epicentro en Majagual o San Marcos, sin necesidad de viajar a Sincelejo, que no puede con sus propios problemas. Y la isla de Mompox, un territorio autónomo de por lo menos de seis municipios de Bolívar y Magdalena.
Pero tengo que borrar el párrafo anterior, porque la gente le teme a la política.
El primer desayuno en grupo casi completo no fue tan conversado y celebrado como el segundo, que detallaremos más adelante. La primera inquietud de los asistentes era el vestido blanco para recibir a Joce Guillermo, en un salón refrigerado de eventos, pequeño pero eficiente.
la mejor foto del evento, ni mandada a hacer. El marqués en la hamaca.
Ese día, viernes, muy temprano, después de la practica con la guitarra y el intercambio de los primeros egos – libros- alguien tocó en la puerta de la pieza número tres del hotel. Pedro Mancera Ibáñez abrió con diligencia. La presencia del tipo, también teñido de canas, elegante, alto, calvo, y con una sonrisa de oreja a oreja, me asustó. Estaba radiante e impecablemente vestido, de cuerpo entero, con una guayabera fina- como bajada del maniquí de un almacén caro-, acorde con su pantalón que conservaba las líneas del buen planchado y unos zapatos relucientes. Yo miré mi morral en un rincón, donde llevaba dos mudas de ropa ajadas revueltas con diez libros y no había llevado zapatos de cuero para un acto elegante, sino los deportivos de marca que tenía puestos. Menos mal que Mancera lo convenció de que se pusiera algo más casual, mientras íbamos a desayunar y luego regresar a cambiarnos, porque el polvo y el sol eran bravos. Fue el mejor consejo, poque el cachaco que había llegado luciendo su mejor pinta, pronto se iba a contagiar con la informalidad del grupo e iba a terminar echando nojodas – aun sin nuestra gracia- y vestido muy sencillamente. Se llama Jairo Vega, ingeniero, provenía de Ocaña y trajo un libro muy atractivo sobre un periplo muy puntual de Simón Bolívar.
Después del desayuno, Don Pedro Mancera nos guio en una caminata por el arrabal, con la preocupación del cambio climático y el inminente riesgo de perder el brazo de Mompox y la casa donde nació el homenajeado, nos habló de San Roque y todos los santos y nos advirtió de un personaje inmortal que impidió la perforación de un pozo de Ecopetrol en el propio casco urbano, hace muchos años, con lo que quizás hubieran borrado la memoria típica del pueblo. Hijo de un médico enamorado, que dejó más de cuarenta descendientes, el valeroso hombre, hoy hace parte de los panegíricos del escritor Joce Guillermo.
El sol, a las diez de la mañana, era casi insoportable. Pensé que ya todo estaba dado, que no había más por conocer, cuando Pedro Mancera nos llevó donde su primo el escultor, Ciro Mancera Quiroz- Cirito- donde tomamos café y refrescamos la lengua, acompañamos a Jairo Vega, el Ocañero, quien pronto iba a bajar sus protocolos, para que comprara su tiquete de regreso, el domingo 24 a las doce y cuarenta y cinco de la tarde. Tomamos un bicitaxi a Santa Ana y reposamos del sol.
Lo mejor estaba por venir.
Que falta?
…Quedé incompleta y llena de expectativas….
ya seguimos avanzando