En la foto, Edwin Moreno, de sombrero, con Alfredo Cabrales y Franklin Monterrosa, ultimo animador de Martín Elias, cuenta como fue esa velada, extraña.
– Una mujer extraña que llevó un ramo de flores y una silbatina al presentador, entre las cosas que pasaron.
Una mujer de negro, que antes de que Martín Elías se bajara de la tarima, se acercó con un ramo de flores rojas al artista, se lo entregó y desapareció, convirtiéndose en una de las cosas suigeneris del evento previo al accidente donde falleció el vocalista vallenato.
La extraña mujer y sus flores exquisitas, como preludio de la muerte del Gran Martin Elías, fue apenas una de las cosas atípicas que le sucedieron a Edwin Moreno Sequeda, presentador oficial de la empresa de Licores que tenía la exclusividad del evento, la noche del 13 de Abril, en el Municipio de Coveñas, el último del cantante vallenato. A Moreno, en sus 23 años de vida profesional como animador de tarima, nunca lo habían silbado tanto, por lo que tuvo que adecuar un micrófono oculto tras la tarima, para cumplir su función.
Había sido designado por la empresa para animar el concierto del Jueves Santo en Coveñas y el festival de Rincón del Mar en San Onofre, de modo que se presentó en Coveñas la tarde anterior para inspeccionar el lugar y hacer la respectiva prueba de sonido. En su corta intervención, anunció los grupos de la gran velada, donde el Gran Martín Elías era el más atractivo. Fue cuando se le presentó uno de los organizadores para decirle que no anunciara a ninguno de los artistas, porque la entrada no era muy buena y de pronto iban a suprimir a algunos. Martín Elías, que estaba en Cartagena, era uno de los que estaba en el tibiritabara, y existía una leve posibilidad de suprimir su presentación. He allí la estrategia- censurable por cierto- de los empresarios, en no mencionar en tarima a los artistas invitados. Incluso, por la radio se había dicho que Eddie Herrera, no iba.
Moreno se sintió mal con la estrategia de los empresarios, porque tenía que limitarse a una información parcial, tipo de engaño a los asistentes. Pocas veces le ha sucedido eso, de modo que entró frío. Para colmo de males, una nueva artista vallenata, Karen Lizarazo, en tarima, le requirió para que la presentara. Ella había llevado un presentador flojo, que era su fotógrafo, de modo que sabiendo la alegría de Moreno, lo invitó, pero éste se negó porque era como interrumpir la labor del colega, aunque fue deslucido.
Moreno Sequeda estaba detrás de la tarima, cuando la artista se dirigió al público, en términos que desconoce. Cuando subió a presentar al siguiente artista, al paisa Zuluaga, la multitud empezó a silbarlo, hasta tal punto que tuvo que esconderse, para animar detrás de los equipos, lejos de la vista de ese diablo de mil cabezas.
La caseta no había sido exitosa. Moreno presentó al Churo Díaz y después venia Martín Elías, ya en las claras del día trágico.
Según Moreno, el hijo de Diomedes estaba en los probables artistas que no iba, porque lo estuvieron negociando hasta ya entrada la madrugada. Al Fin, pactaron una rebaja de diez millones de pesos, de modo que el artista fallecido empezó su tanda a las 6 y 10 de la mañana, cuando había menos de mil personas. Cuando subía, Moreno se lo topó bajando las escaleras de la tarima. Se abrazaron. Martín le decía Tío, sabiendo la buena relación que tuvo el locutor con Diomedes. Moreno elogió la cachucha que llevaba el artista, tipo militar, azul y con la bandera de Colombia en la visera, entonces éste se la puso en la cabeza. Moreno la conserva como el último regalo de Martin Elías.
Veinte minutos después, Moreno se fue a recoger, abatido por esa noche con tantos baches en la caseta, algo extraño había en el ambiente. Una mujer extraña apareció con un ramo de flores y se lo entregó al artista, quien antes de entregarlas a las mujeres que estaban en la parte delantera, les daba un beso y se las daba. Fueron las ultimas, porque una hora después, pararía el fatal accidente.