LA DISRRUPCIóN DIGITAL.

La disrrupcion digital es una realidad palpable. Todas las empresas deben adaptarse a los cambios. Internet nos ha abierto la cabeza. Al igual que esta pandemia del nuevo coronavirus, desde que vino esta plaga y nos pusieron internet, nuestras vidas no son las mismas. La vida cada día es más compleja, se fragmentaron las audiencias y nos asaltan las noticias falsas o fake news .
Ello nos ha obligado a ser más creativos y a prepáranos mejor para enfrentar una vida de constantes cambios en esta sociedad liquida. Los intangible acapara por lo menos el setenta por ciento de las empresas. Como el mismo virus, está en el ambiente, pero no lo vemos. Lo único permanente es el cambio.

Todo ese párrafo anterior como antecedente de mi columna de este domingo para rememorar un recorte de prensa que me puso a mi WhatsApp un buen amigo como si fuese una especie de bandera de paz que hoy celebro de corazón. Tenemos que ser agradecidos con lo que nos sucede. Con los procesos. Dar testimonio de fe. Se trata de una publicación de El Meridiano de Sucre del sábado 22 de Julio del año dos mil, que está a punto cumplir cuatro lustros en los que casi todo ha variado. Se acabaron las frías de los viernes. Las tertulias del parque. Dejamos de darnos abrazos. Ya muchos no están en este mundo y otros se han alejado como el ave que deja el nido.
Al principio no di mucha importancia a aquel recorte, porque me estaba durmiendo, pero al despertar ya en la madrugada, me puse a revisar la fotografía, ya amarillenta. Veinte años atrás aún teníamos un poco de cabellos, los bigoticos ralos como los de Cantinflas y el juego de libros en las manos. Al lado mi compadre Silvio Cohen, semioculto. Y cuando Cohen va a una reunión de periodistas es porque es un acto de importancia. De pronto lo motiva la venta de una cuña, un acto político, una buena relación. Pero también veo a Manuel Medrano, todavía en sus papeles. Felipe Berteal, con su inmancable cachucha; Abrham Ganen Luna, casi oculto , coordinador; María Isabel Pérez, que hoy vive en Canadá; Omar Castro Escobar, refugiado en la educación; Edgar Pacheco Borja , que al fin ganó su merecido premio; el maestro Alejando Mieles Trespalacios, con camisa a cuadros y aquella reverencia al oficio; Rodrigo Ruz Ruz, bien gordo; el abogado Geovanny Monterrosa; el cabezón Laureano Romero, que era una especie de fiscal de Sucre; La flaca Luz María Samudio; Oswaldo Rocha, con su petulancia a cuestas; Diana Gulfo y su sonrisa a flor de labios ; Jorge Méndez Prada, conm su actitud de pollo; Angela Martínez, de Chochó; Jaime Medina; Robinson Ruz y en la orilla, a la derecha, la persona más importante de la foto, el ex rector y cofundador de la Corporación Universitaria del Caribe, Cesar, Jorge Ganem Robles.

https://www.youtube.com/watch?v=VwxC4Igx5WY ( ver en este linsk el vidfeo)
Y hay un detalle en aquella reunión histórica, delante del grupo, una pila de computadores, en los que nos dieron las primeras instrucciones para que los periodistas de Sucre supiéramos que existía una forma de mensajería más ágil y gratis que iba a revolucionar las comunicaciones: los emails. Pasábamos del teletipo y las cartas en “envelopes” a los mensajes de texto. En ese tiempo de pronto no le dimos importancia a aquella trascendental capacitación. Era la puerta de ingreso al mundo digital, que tantos beneficios nos ha traído. Creo que hasta nos abrieron no solo la cabeza, sino que nos abrieron cuentas digitales.
Jorge Ganem Robles, un hombre intachable, siempre se preocupó no solo por sus clientes internos y su vida universitaria, sino por la comunidad periodística. Alguna vez ordenó un estudio sobre quién era quién en el gremio, para saber de ellos y poder aplicar esa información en estrategias de desarrollo social. Alguna vez detuvo su carro campero gris- que nunca cambió por vanidad como se destila en estos tiempos- para preguntarme cómo hacía para ayudarme en la emisora que yo dirigía. Se le notaban sus ganas de ser útil en cualquier campo.
Y en medio del despiste, esa aparente distracción en que he vivido, ahora caigo en cuenta de que uno de los instructores, un joven de luenga cabellera negra, un poco chino de pelo parado, era su hijo Abrahm Ganem Luna, quien se desempeñaba como director del Centro de Tecnología del Aprendizaje de Cecar, según reza en el pie de foto del periódico. Era, según la información, la foto del entonces rector de Cecar, Jorge Ganem, con “el primer grupo de periodistas capacitados en la traducción o inducción a la informática”.
Sin duda, aquella foto merecía ser resaltada, porque fue la prueba de un acto que se abrió como una puerta empujándonos a la era digital, de la que tanto nos hemos servido.
Eras apenas justo, hacer este reconocimiento.