Kikuyo, plaga o gasolina?
LA SEQUIA, EL PEOR PROBLEMA DE SUCRE.
En esta crónica, escrita hace ocho años, ya se hablaba del fenómeno del Niño y el cambio climático.
Por Alfonso Hamburger.
En invierno o en verano, el kikuyo monea las colinas exuberantes de Los Montes de María, dejándose mecer por una brisa coqueta que alienta los últimos días del año. Ya ha pasado lo peor del fenómeno del niño y aunque se anuncia más verano, Regulo Manuel Ruiz, mientras se pasa los dedos por esos bigotes que parecen el cable de una plancha, piensa que no había como la yerba guinea de su buena época de agricultor y ganadero, que si era una yerba de verdad. Las vacas rebuscan los verdes que quedan en los humedales, mientras la mona parece intacta, como si fuese solo ornamento, [1] Regulo no sabe cuándo llegó esta especie de plaga que huele a gasolina y sabe a hormiga arriera. Para él, uno de los 17 retornados a Cambimba dentro del programa de Resituación de Tierras, el kikuyo se extiende porque el ganado prefiere la guinea, mientras éste se encarama hasta en los peladeros y sigue de largo como si fuese una plaga, que se pega hasta en los barrancos más temidos. Su semilla es tan agradecida que va en la cagada de los pájaros y viaja en los pantalones de quienes la atraviesan a caballo.
Aunque son primos cercanos, unidos en el dolor del desarraigo y la muerte, Orlando Ruiz, en la parcela trece, piensa lo contrario:
- El kikuyo ha sido una bendición para estas tierras, dice, mientras contempla el paisaje que se extiende entre colinas azulosas. A lo lejos se ve la escuela por la que mataron a su padre y desde lo alto se ve el paisaje exuberante y ondulante de los Montes de María, en la región de Morroa.
Este, el concepto sobre una y otra yerba, puede enfrentarlos, pero lo cierto es que la máxima preocupación de los Ruiz, casi dos años después del retorno a sus tierras, no es la inseguridad ni la posibilidad de que retorne la violencia, sino el agua. Si el verano sigue así, en marzo estas tierras benditas, que hoy parecen un Edén, pueden ser motivo de llanto. La sequía se anuncia brava y las aguadas, construidas con 20 horas de buldócer, no están llenas. Las aguas han sido serenos moja monte, muy ralas, y desde septiembre dejaron de caer son rigor de aguacero.
Otra cosa que diferencia a los Ruiz, son las casas. Orlando decidió ponerle techo de zinc a su rancho, y ahora lo mata los golpes de calor que pegan por los costados; mientras Regulo lo hizo de palma tradicional, por la frescura y porque es la ideal para almacenar el ñame en el zarzo. Pero Orlando lo hizo con su hecho pensado: el zinc le permite recoger el agua de tanque, cuando llueve, que era propio sólo de los ricos de antaño. Actualmente compran el agua potable en Morroa. Una moto taxista les lleva las cantimploras a dos mil pesos cada una. Cuando llegue el verano será peor. Hasta las vacas comerán del fango, buscando en el pozo de la laguna. Y algunas morirán atolladas. Ojalá no.
***.
Pertenencia, la primera finca restituida en el país con opositor, dentro de la ley de Restitución de Tierras, es un globo de 17 hectáreas, en las que hoy viven felices Regulo Ruiz y Orlis Aguas, con sus nueve hijos, tras 34 años de matrimonio gusto a gusto. Él, que tiene 59 años, le lleva diez. La conoció de niña y desde entonces supo que era el amor de su vida. No era hombre para las milicias, de modo que cuando lo solicitaron para el cuartel(Ejercito), corrió a casarse con ella, para así salvarse de aquella suerte.
Pertenencia está en el corregimiento de Cambimba, el más grande del telar cultural de la sabana, donde hemos llegado después de recorrer los 5.5 kilómetros asfaltados a través de una geografía andina y bella y enrumbarnos por una manga saturada de kikuyo, tras abrir y cerrar tres portillos. El kikullo es un yerba que se pega hasta en la tapa del arroz de tarde.
Cambimba no es cambemba, aunque suene a cantaleta, a refriega. Acá a la gente bullera, le dicen cambimbero. Es la primera sorpresa que se lleva Regulo, sentado en una mariapalitos, mientras se cuida de abrir y cerrar la puerta forrada de angeo, para evitar que las cien gallinas ponedoras invadan su aposento de rey. Ahora que lo sacudo con la pregunta se siente acorralado. Se confiesa descuidado. Lo único que sabe es que Cambimba es el nombre de un arroyo que nace por los lados de Sabana de Cali, cuya hermosura es innegable, pese a que los areneros que le sustraen sus encantos para la construcción, socaban su belleza. Es un nombre indígena. No sabe con exactitud qué traduce, se declara ignorante, pero averiguará, promete. Desde siempre esto por aquí se ha llamado así. Todo el tiempo ha sido así, el más grande y el más viejo arroyo de la región ha sido culebrero. Su historia está llena de amoríos, secretos y canciones, pero también de sangre.
( Crónica ganadora del premio de Periodismo Alcaldía de Sincelejo, 2016)