En la transformación social del territorio y la revolución de las pequeñas cosas, me referiré al campo de La Bajera. Me da nostalgia ver esta cancha tan mal tratada, con charcos en el centro y en la parte más baja y con canales de desagüe llenos de basura, allí donde se cobra el tiro de esquina, hacia la calle veinte. Aquí marqué goles y tuve tardes inmortales, con Luis Ortiz, Los galleticas, Admpe Arrieta, Dayro el Pechón, Los Alfaro, Los Chupa Tuza, con mis hermanos goleadores y con tantas amistades. Yo no prestaría este campo para las corralejas y sometería ese evento a un plebiscito popular. Si gana las corralejas, se buscaría un lugar que pudiera ofrecer mejores garantías de movilidad y de comodidad tanto para empresarios como animales y espectadores. Se buscaría las formas de mejorar este campo y de elevarlo a la categoría de reliquia historial.
Pero no podemos esperar las próximas elecciones. Algunas cosas se se pueden lograr desde la Sociedad Civil.