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El profesor Enrique Sanjuanelo: 61 años tirando tiza

Esta entrevista fue publicada originalmente hace 22 años, como una nota exclusiva escrita por el periodista Alfonso Ramón Hamburger para El Meridiano de Sucre. Hoy, la traemos de nuevo a la memoria digital, como un homenaje al legado de un educador que marcó a toda una generación.

EL PROFESOR NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA…

  • A los 81 años y después de haber cerrado el colegio que fundó hace 43 años, el Gimnasio Juvenil y en el que se formó el actual Alcalde y varios ex gobernadores y senadores, el profesor Enrique San Juanelo no tiene quien le escriba.

Por Alfonso Ramón Hamburger

El joven Jaime Merlano Fernández interrumpió   su discurso  en la sesión solemne del colegio Gimnasio Juvenil, en la que leía un documento sublime, y salió. En el patio de banderas, el rector y fundador del plantel, profesor Enrique Sanjuanelo Medina, que estaba atento a la situación, indagó.

“ El joven Merlano se fue porque su padre ha sufrido un infarto”, le dijeron. Era ya el final del año, así que Merlano pudo terminar su cuarto de Bachillerato sin problemas. El hoy alcalde de Sincelejo había tomado la decisión de retirarse del colegio, no obstante que su padre no murió enseguida, pero debía encargarse de la familia, en la que todos requerían su apoyo como hijo mayor.  Sus hermanos menores, Jairo y Luis y una hermana  no podían parar. Jaime hizo las veces de padre y ellos siguieron…

Dos años después, cuando hubo superado parcialmente los problemas, el propio Jaime se matriculó y pudo terminar el bachillerato.

II

Aún con el ombligo enterrado en los arenales del Atlántico, donde vio la luz del Caribe un 10 de diciembre de 1923 en Campo de La Cruz, el profesor Enrique Sanjuanelo Medina, se convertiría con su tiza, su bohemia y su carácter caribe, en el más fiel intérprete de la sincelejanía. Por su Gimnasio Juvenil, que estuvo a punto de convertirse en un billar antes de ser cerrado hace poco, cayendo providencialmente su sede en manos evangélicas, pasaron decenas de generaciones sincelejanas,  de las que egresaron cuatro ex gobernadores, senadores, alcaldes, locos, prestigiosos profesionales y aristas, pero al fin y al cabo, gente formada bajo  su guía severa y cordial, sin el afán de  lucro.

A  los 81 años bien conservados, el profesor Sanjuanelo, y después que su colegio fue cerrado en esta crisis que afecta a los establecimientos privados, mantiene su verbo picante, sus gafas bien puestas, su cabello negro y un fino humor con el que podría darle un golpe de estado al silencio que habita en la ciudad, hoy partida en mil pedazos.

“Alguien me dijo, Sanjuanelo, usted debe estar preso por haber formado en su colegio a tanto delincuente”, refiere, haciendo gala del más fino humor y quizás para protestar por el hecho de que ni siquiera haber educado tanto político le ha servido para lograr un auxilio que el gobierno municipal debe pagarle por la atención a alumnos de pocos recursos que fueron becados en los años previos al adiós.

“Yo predije que en este gobierno se caerían muchos colegios privados, porque antes uno mandaba a cobrar con el alumno que debía tres meses y el papá pagaba, pero ahora son desplazados que no pagan, porque a duras penas tienen para comer”, advierte.

III

Formado en el gran Colegio Barranquilla, donde recibió clases de dos grandes de la literatura, como Alfonso Fuenmayor (gago, pero buen maestro) y Germán Vargas, a quien le hicieron huelga por su antipedagogía, San Juanelo Medina recorrió tiza en mano Panamá, Venezuela, Santa Marta y varios municipios del Atlántico, antes de venir a dar a Sincelejo, donde arribó un mes de enero de 1958 en plenas fiestas de corralejas, cuando los encierros eran en la plaza de Majagual. Aquí se quedó, embrujado por este pueblo mágico, en el que sembró  sus mejores amistades, al que dedicó sus mejores años y donde levantó sus seis hijos, hoy todos profesionales, entre ellos un ingeniero electrónico radicado en Surafrica, donde gerencia una reconocida empresa de sistemas.

“Vea usted, periodista, la gente se engaña cuando se dice Suráfrica y se cree que allá todos son negros, mentira; son en su mayoría blancos. Mi hijo allá bebiendo whisky y comiendo blancas y uno acá comiendo negras y bebiendo ron ñeque”, dice, esgrimiendo su buen humor y mientras me pide que este párrafo y el de los corruptos lo omita de la crónica. Y claro, yo le prometo que así lo haré, pero le recuerdo que está hablando delante de dos periodistas y no delante de un cura. El profesor, escritor y periodista Enaldo Pérez Contreras nos acompaña. Son las 12 y 30 del miércoles 9 de septiembre y las colegialas empiezan a invadir la calle Nariño, frente a la placita de Majagual. El profesor Saniuanelo recrea su vista y mira la media botella de guaro, que está a punto de expirar.

“La gente me pregunta el porqué me he conservado tanto y yo les digo que por la bohemia y la tertulia, que han sido mis grandes aliadas”, aclara, con cierto deleite en la  comisura de los labios. Sanjuanelo, con ese estilo particular de hablar y de entonar sus ideas, parece sustraído del Senado de La República, pero sin la alharaca de su paisano Roberto Gerleín Echeverría.

Sanjuanelo tiene una lengua picante, como la de Gerlein; y una mente poética, como la de Meira del Mar, aparte de fotográfica como la cámara de Scopell. Escribe a diario, pero no publica, porque es alérgico a los pasillos donde se cocina el poder y donde le patrocinan el ego a autores de dudosa calidad, pero sí muy ligados a los afectos del gobernante del turno. Amante de la poética rimada y lírica de su época, Sanjuanelo no sólo critica a los burócratas de la literatura y a los poetas modernos, sino a aquellos actos que se convierten en tertulias de elogios mutuos. Recuerda que lo invitaron al homenaje a Geovany Quessep  en el teatro municipal y allí se encontró con dos cosas contrastantes.  Por  todos los lados había ex alumnos suyos emocionados de verlo y por el otro todos eran poetas. Entonces resolvió marginarse de la palabra y escuchar solamente, pues entre tanto poeta, llegó a sentirse como mosca en leche.

IV

Mientras las colegialas van garbosas al colegio y la botella expira, San Juanelo tiene dos preocupaciones. Una es el auxilio que le debe el gobierno Municipal por concepto de las manipuladas becas Pases, del que le queda un sabor a oxido viejo en el paladar. Cuando su ex alumno Jaime Merlano ganó la Alcaldía de Sincelejo se entusiasmó. Le auguró éxitos, máxime cuando la escena del colegio, en el patio de banderas, del joven que decide retirarse para asumir las riendas que su maltrecho padre no podía llevar, la tenía grabada como un acto valeroso y buen ejemplo. Entonces, rompiendo su negativa de lagartear al poder, le escribió de puño y letra un papelito en donde le felicitaba y al tiempo le recordaba la obligación del Municipio con su extinto Gimnasio Juvenil. Recordarle que allí se había “formado”, estaba de sobra.

 

Esos recursos los anhela con tesón. Sanjuanelo enviudó y se volvió a casar. Llegó a tener tres casas, pero su misión no fue enriquecerse con la educación y se quedó con una sola, de tal suerte que ni siquiera cotizó  una pensión y hoy vive de sus hijos, de modo que los recursos de la Alcaldía le caerían muy bien. Por  eso decidió abordar a su ex alumno, caramba, a ver qué pasaba.

V

Ahora, rompiendo su costumbre de no aparecer en los pasillos oficiales, Sanjuanelo ha convenido visitar a su ex alumno Jaime Merlano en su despacho. Recuerda perfectamente la fecha. En  la antesala todo era euforia y contento. Ese  día el Tribunal Administrativo de Sucre le había fallado a favor una demanda que buscaba anularle la inscripción como Alcalde. Todos llegaban y lo abrazaban. Llegó Jairete, llegó fulanito, llegó perencejo y Sanjuanelo allí en espera, como cuarto bate ponchado y peligroso, inquieto, pese a que el Alcalde lo hizo sentar en su despacho con especial agrado.  La mayoría de los visitantes de esa mañana fueron sus alumnos. Así entre abrazos y felicitaciones, se fue dilatando la cosa y se pasaron las horas. Al fin el Alcalde se dignó atenderlo, entonces le pidió excusa, que pena, con tanta visita de la gente que ha venido a felicitarme se me pasó el  tiempo, caray, que pena, profe. Entonces  convinieron. “Profe, espéreme a las cinco de la tarde en su casa, yo iré a visitarlo”, le dijo el Alcalde.  Sanjuanelo abandonó el despacho, cargado de fe.

 EPILOGO TRISTE.

En su casa del barrio Ford, El profe afloró intranquilo su mejor esperanza en espera de su ex alumno, porque El Alcalde aún no aparecía. No veía como ese reloj marcaba las cinco. Pero, que va, las cinco se pasaron y el Alcalde no llegó. A las 5 y 15 sonó el teléfono. Era el  Alcalde, que se disculpaba otra vez. No podía visitarlo. Había mucho problema que atender. Acordaron entonces una nueva fecha de reunión en una semana, en el despacho del burgomaestre.

Sanjuanelo, fiel a sus principios, estuvo a punto de desistir, pero la necesidad dicen que tiene cara de perro. A las ocho de la mañana de la fecha acordada ya estaba en la sala de espera. Llegó Daniel Cure, Secretario del Interior; llegó Cheyla Suárez, jefe de prensa,  y muchos ex alumnos más, quienes lo alentaron en la espera, mientras entraba y salía  gente del despacho.

Dos horas después Sanjuanelo entró en cólera (se le salió el Medina revuelto con el San Juanello Italiano), se paró de la silla y abandonó la Alcaldía, no sin antes rezarle varias verdades a los trabajadores y visitantes  con su voz patriarcal, para que todos oyeran y se enteraran de la situación. Dijo cosas impublicables, y recordó, ahora no tanto en broma, que había formado unos… Entonces abandonó para siempre las antiguas instalaciones del Idema, donde ni la Alcaldía ni él regresarán jamás, ni a recoger los pasos cuando muera, según sentenció.  Y el Alcalde, preocupado por la actitud de su  profesor, ha enviado a varios ex alumnos, entre ellos Sheyla Suárez y Daniel Cure donde Sanjuanelo para que le pida excusas.

“La gente dice que yo parezco malgeniado, no sólo parezco,  soy malgeniado”, dice Sanjuanelo, sin tapujos.

Hasta el momento las cosas continúan así, el Alcalde sigue en su espera  de la excusa y Sanjuanelo no tiene quien le escriba, como en la novela de Gabriel García Marquez, pero  con la diferencia de que en el patio ya  no hay un gallo al que echarle mano para matar la rabia. “Es que la cosa es fregada, yo formé buenos ciudadanos, pero la política me los ha dañado”, dice Sanjuanelo, mientras las calles se siguen tejiendo de motos y de muchachas que van al colegio. De todas maneras la  vida sigue. La otra preocupación de Sanjuanelo es que en la botella, ya no queda ni una sola gota.

Hoy, este relato sigue vigente como testimonio de una ciudad que aún le debe memoria a sus grandes forjadores. El profesor Sanjuanelo, más allá de los muros de su colegio, dejó sembradas lecciones de carácter, bohemia y lucha. En tiempos donde el olvido digital parece ser la nueva lápida de los maestros, esta crónica regresa para recordarnos que hay historias que merecen ser contadas, una y otra vez.

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