Una crónica que nunca se publicó.

-El escenario fue el festival de la violina de Sincè, Sucre. El protagonista, Julian Vega.

Por ALFONSO HAMBURGER.

El negrito cabecita de hacha, después de tocar a mil revoluciones por minutos se detuvo en seco. Había tocado la violina como un diablo, metiéndose el instrumento por todas partes, imitando a viejos juglares  y ridiculizando a los de la nueva ola.

• Y ahora se las voy a tocar por un solo hueco,… pero de la nariz.

Y ante una muchedumbre hipnotizada por su versatilidad, el negrito cabecita de hacha, largo y desgarbado, se tapó un hueco de la nariz y siguió tocando sin fallar puntada, ante el delirio de las dos mil personas que lo aplaudían.

Una vez terminó el show de de una hora saltó de la tarima, secándose el sudor que le salía a chorros con una manta de ganadero, zigzagueando en el tumulto, hasta que se le acercó un hombre que probó su altanería de artista engreído.

• ¿Y Tu eres el hombre violina?, le preguntó ingenuamente.
• Claro, no me acabas de ver tocar acaso?

El negrito cabeza de hacha no era tan bajo, pero al ver la figura de los dos hombres tan altos, fue acomodándose, donde yo lo esperaba para entrevistarlo.