Colombia lamenta profundamente la muerte de Miguel Uribe Turbay, senador y precandidato presidencial. Falleció en la madrugada de este lunes, después de pasar más de dos meses en estado crítico. Su condición se debía a un atentado ocurrido el 7 de junio, durante un mitin en el barrio Modelia, en Bogotá.
El atentado y sus últimos días
El 7 de junio, Uribe Turbay lideraba un acto de campaña en el parque El Golfito cuando sufrió un ataque armado. Las balas le provocaron graves heridas en la cabeza y la pierna. Fue trasladado de urgencia a la Clínica Fundación Santa Fe, donde se le practicaron varias cirugías. Permaneció en la Unidad de Cuidados Intensivos hasta que una hemorragia cerebral, registrada el 9 de agosto, agravó su estado. Finalmente murió el 11 de agosto, dejando al país conmocionado.

Una historia familiar marcada por la violencia
La muerte de Miguel revive episodios dolorosos en su familia. Nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala, creció escuchando relatos de un país atravesado por el narcotráfico y la guerrilla. Su madre, la periodista Diana Turbay, fue secuestrada en 1990 por el cartel de Medellín y murió en enero de 1991 durante un fallido operativo de rescate. Miguel tenía cinco años cuando quedó huérfano.
Tres décadas después, la tragedia volvió a golpear. Al igual que su madre, perdió la vida en un contexto de violencia política, esta vez como víctima directa de un atentado mientras ejercía su liderazgo.

Trayectoria y liderazgo
Abogado con maestrías en Políticas Públicas y Administración Pública en Harvard, Miguel inició su carrera como concejal de Bogotá en 2012. Más tarde fue secretario de Gobierno en la administración de Enrique Peñalosa y llegó al Senado en 2022. Allí se consolidó como una voz firme en defensa de la seguridad.
La noticia de su muerte generó un fuerte impacto político y social. Líderes de distintas corrientes ideológicas expresaron su rechazo a la violencia. El expresidente Álvaro Uribe Vélez afirmó: “Mataron la esperanza”. El presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez lamentaron la pérdida. Gobiernos y organizaciones internacionales enviaron mensajes de solidaridad y exigieron justicia.
La Alcaldía de Bogotá decretó tres días de duelo y se prepara un homenaje nacional. Su esposa, María Claudia Tarazona, y su hijo Alejandro recibieron cientos de mensajes de apoyo.
Dentro del Centro Democrático, Miguel representaba una renovación. Era un líder joven, con sólida formación académica y proyección nacional e internacional. Su muerte deja una herida abierta en la política colombiana y un llamado urgente a erradicar la violencia.
Colombia pierde a una figura que, pese a su juventud, se ganó un lugar en la vida pública con carácter y convicción. Su legado inspira a defender la democracia, proteger la vida y mantener viva la esperanza de un futuro en paz.
 
                    
                

 
                 
            