DOS POETAS VALIENTES.
Yenis Muñoz Mindiola nació en Rio Hacha, La Guajira. Bien ha podido nacer en San Jacinto o Montería. Igualmente sería poeta. Es poeta desde niña, quizás desde que estaba en el vientre y escuchaba el rumor del desierto y las brisas del mar. Siempre busca la alegría del sol. Sus versos están llenos de besos y de madrugadas en las que se levanta antes del alba. Versos que esperan, en medio de la esperanza de ser madre y de tener el amor. Un amor que jamás es esquivo, porque se lo inventa en cada verso, como un tatuaje en la piel.
Dayana de la Rosa, con un apellido que la delata come lisa, es barranquillera, con tatuajes en el alma, en los que aún quedan las manchas de la pólvora con la que fueron esparcidos en ese ambiente de fiesta y libertad. También hay ladridos de perros y perras al acecho.
Ambas son rebeldes y sinceras. Las dos ya tienen sus nombres esculpidos en la fiesta del pensamiento, se han sentados en los pretiles de los ancestros, acompañadas de Numas Gil, al lado de los gaiteros. Saben qué es una madrugada de neblinas y susurros del viento que baja del cerro de Maco.
Las dos ya son San Jacinteras, han dormido en hamaca. Han viajado en el Bus de Quito y saben que el arqueo de quien se toma un trago de ron es diferente al que se toma un tinto. Saben que en San Jacinto la gente si se pierde porque quiere.
Amabas están enamoradas. Les brillan los ojos. Sus cuerpos son sedientos y profanos, empapados de deseos.
En Yenis el amor retoña en sus senos. En Dayana hay ladridos y silencios. Ambas esperan. Ambas buscan unas manos de fuego que moldeen sus caderas, mientras bailan una gaita o se regocijen con un acordeón.
En Muñoz Mindiola es el polen que todo lo purifica y el amor que todo lo sana, el que moldea sus versos pulidos en la madrugada.
En Dayana, nombre recurrente y moderno, es la exaltación a una perra, devolviendo el estatus literario ya remoto y casi perdido a este animal, que aun sarnoso y enfermo, ladra con la fortaleza de un lucero en la madrugada perdida.
Cualquiera pensaría que ambas son un invento de Nago y que fueron un producto que surge como un relámpago en la fiesta del pensamiento, pero no, cuando nacieron ya estaban predestinadas para el arte. Ambas tienen trabajo, polen y ladridos como para alertar al mundo.
Yenis piensa que para escribir se necesita trabajo, deseo y amor. Dayana solo necesita viajar a San Jacinto para aflorar lo mejor de su ser con sus caballitos de mar, sin desprenderse de Barranquilla.
Si Yenis no fuera poeta, lo que la hace feliz, muy seguramente sería una acordeonista del buen vallenato.
Ambas, serán las protagonistas de la Faria del Libro de Bogotá, en el stand de Santa Bárbara editores, que tiene en su repertorio un ramillete de mujeres trabajadores de la palabra y de la felicidad.
Polen de Palabras, de Muñoz y Palabras de una Perra de Dayana, sus hijos, se presentan este fin de semana en Filbo 2019 en Bogotá.