Camilo Sandon, sin miedo a la muerte.
Por Alfonso Hamburger.
Me gusta estar cerca de esos animales. Me emociona ver la velocidad con que rompen la plaza en mil pedazos cuando salen del toril. Si ellos no vienen a mi yo llego donde están ellos. Me gusta sentirlos cerca. Me emociona su baba, admiro sus ojos oscuros, perfiló la lucidez de sus cuernos y el brillo de su pelaje.
Ellos no tienen miedo de partir la corraleja, pero yo tampoco me arrugo. Si tuviera miedo no me metiera, porque el miedo te puede llevar a la muerte. Solo sentí miedo alguna vez, cuando era niño, pero una vez un maletero de apellido Plata me cedió su muleta y nunca más lo tuve. Yo persigo el toro, me gusta su olor, su velocidad.
Cuando era niño mi papá, que era de la junta, me llevaba a palcos de Cereté, pero yo quería estar dentro de la corraleja, entonces me bajaba y me metía. Al principio no salía de un rincón. Y poco a poco me fui metiendo, hasta que a los catorce años, me vi con una muleta en la mano.
Fue cuando empecé a seguir la corraleja . Escamaba pescado en el mercado de Cereté. Me gané un día 25 mil pesos y me fui para las Flores, por Mateo Gómez. Me quedaron solo cinco mil pesos, pero hice mis primeras faenas. Tuve que caminar por unas trochas por lo menos 25 minutos,solitario, pero unos garrocheros me ayudaron para la moto.
Mi mejor arma es el coraje y la velocidad. Tengo un físico natural, no voy al gimnasio, pero estuve en la escuela de fútbol de Alfredo Morelos y eso me ayuda. No me meto a la corraleja por plata, sino para alimentar mis emociones.
Fue en Chivolo , Magdalena, donde recibí mi primera cortada, en una nalga. Era el primer toro de la tarde, negro, bragado, un rayo. Traté de ayudar a unos muchachos que habían caído bajo la fiera. Le saqué dos muletazos , pero me resbalé con un zapato. El toro me embistió y tuve que agarrarlo por los cachos con las dos manos, arrodillado, y fue donde me cortó en una nalga. Me llevaron a un hospital sin nombre, donde me cogieron cuatro puntos por dentro y cuatro por fuera. No duré un día en el hospital, porque ese otro día volví a meterme en la corraleja. Me embistió otro toro, entonces fue donde me sacaron los otros manteros para protegerme y no volví.
A mis catorce años ya he estado por el Magdalena y por el Atlántico, y siento que nací para este arte.
Camilo Sandon.