Por: Patricia Berdejo
Humanos retando la naturaleza y a la inmensidad del océano en la estéril búsqueda de unos hierros oxidados, da cuenta de la insensatez y del absurdo. Se justificaría esta riesgosa aventura exploratoria si el objetivo fuere una investigación, que aportare vida o algo esencial para el desarrollo y el avance de algún proyecto científico contundente. Un derroche irracional de dinero cuando día a día naufragan miles de migrantes en el mundo, inmersos en la desolación y la pobreza.
Para ellos no hay drones ni operaciones sofisticadas de salvamento. Millones de dólares invertidos en lo inútil de una aventura que sin sentido y que dedicados a una causa humanitaria o altruista, hubiese sido más significativa y trascendental. Otro capítulo más para el circo de Netflix y altas dosis de morbo para alimentar el ego de unos espectadores ávidos de consumir la basura que desecha la pseudo mentalidad de aquellos que creen que lo inerte e inanimado, supera el valor de la vida misma.
