! Revelaciones intimas de los últimos días de Diomedes!

DIOMEDES, LA PELICULA.

 

Por ALFONSO HAMBURGER

Sentado en el borde de la cama, defecado, desnudo, Diomedes Díaz, se negaba a salir al mundo para enfrentarse a esas cuarenta mil personas que habían pagado una boleta para verlo actuar por la noche. Ningún remoquete, a esas alturas de un partido que perdía por abandono, le caía tan perfecto: No vienes Díaz. Dejaba las casetas llenas, esperándolo, y no le importaba que lanzaran sillas, piedras y tiros sobre la tarima. Se aferraba al licor, sacudido por una fobia terrible a lo que antes amaba: las multitudes. Prefería devolver el dinero y enfrentaba litigios imposibles. Pero esta vez, más que fobia, la situación ya era de enfermedad. Después de dejar la cárcel penalizado por la muerte de Adriana Niño, el Cacique de la Junta, cambió su actitud desprevenida y generosa. Nunca volvió a ser el mismo. Sobre su figura se había cernido un anillo de seguridad que era impenetrable hasta para el viejo Rafael  María Díaz, su padre.

Esa tarde, a dos horas del espectáculo pactado, El Cacique de la Junta, no era capaz siquiera de lavarse  su propio trasero. Joaquín Guillen, uno de los pocos seres que realmente lo quería y lo entendía, logró cargarlo. Lo llevó al baño y con uno de sus guardaespaldas lo lavó, lo cambiaron, llevándolo al concierto. Al día siguiente, cuando Guillén le fue a  entregar el dinero de su trabajo, no sabía de qué se trataba. Tampoco recordaba nada del concierto ni donde había estado.

  • ¡Quédate con el dinero, que es tuyo¡

Fue la última vez, en su segunda etapa, la del hermetismo, que fue bondadoso. La muerte le seguía de cerca.

Diomedes ni siquiera alcanzó a conocer el proyecto de diez megaconciertos al año, en vez de cien que lo tenían sedado . Esa estrategia, para que descansara un mes de sus correrías, iba a ser la solución.

Pero Félix Carrillo, quien ideaba el plan de salvación, dudaba de una sola cosa. Diomedes era terco y podía estar a una cuadra de donde habían cuarenta mil personas esperándolo, pero  si decía que no iba, no iba. Y así no se podía.

El Cacique de La Junta ya no se pertenecía, pero con su sola presencia, sostenido por los coristas, bastaba para sus fanáticos. Aquel 22 de diciembre, de 2013, se acostó y unca despertó.

Afuera, en el mundo de los vivos, apenas se iniciaba la parranda.

 

Alfonso Hamburger

Celebro la Gaita por que es el principio de la música.

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