Escalinatas politicas
Por el Kayser.
Incertidumbre, desconfianza, repetidera, fastidio, son solo algunas de las palabras que uno escucha de la gente en torno de este debate de marzo y con la angustia de que el de presidente será muy candente. La gente quiere que este suplicio termine pronto, para ver el humo de aquella quema de marzo ardiente. Un fanático religioso, de esos que dicen hablar con Dios, ve puro humo y quemazón en Sucre y Córdoba. Dice que Dios (el pueblo) quemará con creces y castigará a quienes se han envilecido con la corrupción.
¿Será que la gente reaccionará? ¿Qué ofrecerán ciertos candidatos cuyos familiares tienen una estela de condenas, corrupción, nulidades, suspensiones? Solo veo que hablan por el televisor en medio de la bulla que enrarece a Sincelejo y me pregunto qué será lo que ofrecen esta vez. Veo las manifestaciones completadas hasta con niños. Alquilan sillas con gente que las llene y el espacio que hoy contaminó un candidato mañana lo llena el de turno. La memoria jugará un gran papel en las urnas el domingo 11 de marzo. Por ello, Cindy, la candidata de los orgasmos en Santander, no es la ciento uno sino que siente uno. Solo así podrán recordarla.
Vi al hijo de un ex senador haciendo cola en un cajero electrónico, con un vientre grande, cachucha, camisa por fuera, bastante subido de pesos y bajo de popularidad. Hizo la cola, después de haber parqueado su camioneta en la esquina, sin que nadie lo saludara. Tampoco le cedieron el turno. Y el cajero como que estaba trabado, porque la mujer que estaba en turno se demoró demasiado. El senador, acompañado de un tipo alto y negro (al parecer su guardaespaldas), se rascaba la cabeza, se recomponía la gorra, se puso unas gafas negras para ocultar el dolor del anonimato, sustrajo su plata, fue a la camioneta, miró hacia atrás a ver si no venía nadie, se montó al volante y se fue. Su partido ya no es el Liberal que enarbolaba su desmemoriado padre. Llevaba el número de Willinton Ortiz en la camioneta, pero sin ser un puntero derecho de raya. ¿Qué iría pensando? Será que esta vez le darán su regalo de Navidad, ese jueguito de Senador que le cuesta diez mil millones de pesos? Como quien dice, esa platica está a punto de perderse.
Algunos de estos personajes que aspiran, no todos, han sacado a relucir un discurso tardío. Solo los veo que gesticulan en la TV y no sé realmente qué es lo que prometen. Antes era solo llevar la tula y comprar al líder de turno. Hoy la sola plata no funciona. Y la compra del voto no es efectiva como antes, el porcentaje de efectividad está como en el 20 por ciento. La situación no está fácil, ni para los de afuera como para los del patio. ¡El desastre se avecina!
En mi próxima columna, daré la lista de mis favoritos.