!¿Por qué no le funcionó el sonido a Andriana Lucia?

ADRIANA LUCIA¿Qué le pasa a Adriana Lucia?…
Por Alfonso Hamburger
El recuerdo más hermoso que conservo del porro fue una magistral noche de 1994, en el estadio Veinte de Enero, cuando se le rendía un homenaje al maestro Pello Torres, en el Encuentro Nacional de Bandas No 9. La cacica vallenata, Consuelo Araujo Noguera, era la invitada excepcional a aquel evento, en la mesa del jurado, y estaba que se cabeceaba del sueño, después de una tanda de porros- quizás para ella aburridos- hasta que irrumpió una niña delgadita, de pelo negro, cuya interpretación puso de pies a todo el mundo. Araujo se despertó, se quitó las telarañas que eclipsaban sus ojos, se levantó de su silla y aplaudió.
– Humanidad, humanidad, humanidad, en la voz de aquella niña se elevó en los aires frescos de la noche, esparciendo sus notas en los barrios vecinos. Era la voz de Adriana Lucía, quizás la artista sabanera- un concepto que rebasa nuestra geografía- la que mejor interpreta lo que Justo Almario califica como “La sonoridad sabanera”. No solo la interpreta, sino que la estudia, porque un músico que no lee ni estudia a sus antepasados, está condenado al caos de la música vigente.
Humandad, del maestro Miguel Emiro Naranjo, se alzó aquella vez con el primer lugar del Encuentro. Y nació una artista excepcional, de la que estamos orgullosos y agradecidos.
Pero algo está pasando con Adriana Lucia. Hay un no sé qué, que no cuadra. Que causa desazón. Pocas veces la había visto en persona. Ese bache presentado en la plaza de Majagual el viernes me preocupa. Casi una hora demoraron cuadrando el sonido. Se notaba enredo entre quienes movían para aquí, movían parta allá, cables, micrófonos y consola. Y nada. Había unos tipos con unas pintas extrañas, colilargos, chupinos, con cortes de karatekas, que no sabían cómo desenredar el nudo y se armó la vaina. El público, sin embargo, no se impacientó. La noche había alcanzado su máximo clímax con el Vallenato 4:40 y Viviano Torres, con jóvenes talentosos del patio que no tienen nada que envidiarle a los mejores grupos del momento. Igual Luifer Cuello (bárbaro, al emular a Alfredo Gutiérrez cuando bebía guaro, al tomarse media botella de aguardiente como si fuera agua destilada). El bache de Adriana Lucia enfrió al público, pero de nada sirvió tanto preámbulo, porque al final el sonido no era el mejor y una guitarra se apagó en la segunda canción. Fue donde la artista, como el Toro Balay ( jugada en varias plazas) sacó su casta y se echó al hombro la responsabilidad de volver a levantar la noche, (ya eran casi las dos de la madrugada), al tararear con el público a capela cancines de Rubén Darío Salcedo y Alfredo Gutiérrez.
Parece que este problema garrafal de la connotada artista no es la primera vez que se le presenta. Ya en Valledupar, en el marco del festival vallenato de mujeres se presentó algo similar que no quedó muy claro. Al final la artista no se presentó aduciendo mal sonido o no sé qué cosa.
No sé si quienes le manejan el sonido a la Caritera son interioranos o costeños ( lo que en nada debe importar a la hora de lograr niveles de calidad y sentido de oportunidad), pero eso me hace recordar al programa el Show de las Estrellas de Jorge Barón, que se paseó por el mundo doblando el sonido, poniendo en ridículo a nuestros folcloristas, no acostumbrados a la mímica. Esa fue la parte fatal de ese programa. Discutí con el productor la vez que vinieron a Corozal, en una rueda de prensa. A Los gaiteros de San Jacinto o a Poncho Zuleta no se les puede poner a hacer mímica. Hay que aprovechar la espontaneidad de nuestros artistas. Ahora los desconectados- miren el que hicimos con Adolfo Pacheco en “Me Rindo Majestad” en el Parque Guacari, están de moda. El programa de Jorge Barón se quedó años luces en el pasado. No sé si esos técnicos de Adriana Lucia tienen la terquedad de Barón, pero la dejaron “Deslucida” en la Plaza de Majagual. Para esos casos son muy buenas la tarimas rotatorias, que agilizan la programación y neutralizan sutilmente aquel artista que “no se quiere bajar de la tarima”. Lástima.
Algo raro pasó allí. La artista, antes de subir a la tarima, desde la escalera lateral izquierda, con una hermosa pollera amarilla, una blusa oscura y un pelo rubio a lo “Shakira”, indicaba al sonidista que subiera o bajara el sonido. Se le notaba incómoda. Pero una vez subió, como artista consumada que es, se entregó a su actuación y se lució, pero después…
Caramba, si hubiese sido “ El Pechón” ( Roberto Díaz), poco amante del vallenato, quien hubiese estado al frente del sonido, quizás se entendería un poco. Alfredo Gutiérrez, quien es muy cuidadoso con el sonido, no disimula y en medio de la canción pide que le suban, sin agüero.
Y cuando el sonido es bueno, Alfredo lo reconoce, como lo hizo el 5 de septiembre de 2005 en Corozal, cuando hicimos el primer desconectado de un juglar, con Mario, Felipe y Ever Paternina. Fueron diez clásicos sabaneros, que pueden ver en YouTube poniendo mi nombre o el de Alfredo Gutiérrez. Esa vez “El rebelde” reconoció el sonido de Audio Master, de los hermanos Ruiz, no era muy potente, pero muy nítido.
Amo a Adriana Lucia por todo lo que viene haciendo con nuestro porro, pero este tipo de “papayazos” no se pueden dar.
Email: cofreplata@yahoo.es

Alfonso Hamburger

Celebro la Gaita por que es el principio de la música.

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