REUNIÓN HISTÓRICA DE MSF, CON MÚSICA DE ACORDEÓN.
Por ALFONSO HAMBURGER.
El ocho de abril de 2011, un día antes de morir en Bogotá, el escritor David Sánchez Juliao, defensor de la costeñidad y en especial de la sabaneridad, estaba rabioso con Colombia por sus pocos votos en sus aspiraciones al Congreso, pero antes me había contado de su llegada a Bogotá con el sueño de convertirse en una gran escritor.
Cuando llegó a Bogotá- me contaba- encontró la ciudad llena de amenazas contra los costeños. En los baños, principalmente, había frases como “Haga patria, mate un costeño”, “El vallenato no es música, la yuca no es alimento, ni el costeño es gente”.
Entonces , tras aquella guerra declarada, aquella que no mata a cojos, el viejo Deibi empezó a preparar la defensa, y a fe que el 9 de abril, al morir, nos había contagiado de cierto orgullo costeño. Decía que esas grandes figuras, que se dan en Córdoba y Sucre cada diez kilómetros ( Juan Gossain, Pablo Flores Miguel Emiro Naranjo, Los Zapata Olivella, Fredy Sierra, Juancho Nieves, Francisco Zumaqué, Geovani Quessep, Adolfo Mejía, Gustavo Tatis, Jorge Marel, Héctor Rojas Herazo, etc.), se daban solo en la Costa, y que las cosas grandes están hechas para nosotros.
D David Sanchez Juliao.
Dentro de ese cúmulo de éxitos costeños ( Para algunos es mejor la palabra Caribe ), ha sido quizás el vallenato el que mejor se ha defendido de la sátira, aunque la yuca y el bollo de Sampués también se sacudieron y hoy hacen parte de la comida gourmet. A ello se agrega que tenemos un presidente Costeño y que el porro por primera vez está en una posesión presidencial al lado del vallenato, que ya tenía su cupo.
Los vallenatos se han ganado ese sitial con enjundia. No ha sido fácil. El festival de la Leyenda Vallenata depuró los aires que estaban dispersos. La cumbia, que es compartida con La Sabana( recuérdese que Luis Enrique Martínez, se hizo famoso con la cumbia cienaguera), quedó por fuera del concurso, con el chicote, que está desapareciendo. No hubo apropiación de la cumbia, que se refugia en el Banco y San Jacinto , principalmente, entre lo anfibio y la montaña.
El vallenato se convirtió en un proyecto de vida y de región, en torno del cual todos nos rendimos.
Ricardo Gutiérrez, director de MSF
Por lo menos unos cien gestores culturales se dedican las 24 horas del día a impulsar su vallenato. Las pancartas sobre vallenato en Valledupar le compiten a las vallas que promueven a los presidentes y demás políticos. Los conciertos de lanzamiento en el parque de la Leyenda Vallenata congestionan a Valledupar y simulan un ambiente como si fuera a jugar la selección Colombia de Fútbol.
El 67 por ciento de los colombianos, según las encuestas especializadas, prefieren los conciertos de vallenato, sea nueva ola o tradicional.
Quienes nacimos en la sabana, mecidos por las notas tristes y melancólicas de la gaita y las voces bajas y afinadas de Adolfo Pacheco, Alfredo Gutiérrez, Oto Serge y Lizandro Meza, pronto fuimos influenciados por el estilo picado ( y ese canto grave en la garganta) de los vallenatos, como Beto Zabaleta y Poncho Zuleta, principalmente, porque Jorge Oñate y Silvio Brito y después Rafael Orozco, eran más cuidadosos con la toma de las curvas melódicas.
Quienes nacimos casi con el Festival Vallenato o estábamos gateando con la elección de Alejo Durán, nos terminamos de criar a punta de vallenato. El vallenato entró a hacer parte del territorio, que lo conforman el conocimiento, la memoria y la espiritualidad, que no solo la afecta la religión , sino la música. Espiritualmente muchas regiones sabaneras son influenciadas por el vallenato, pese al trabajo tímido de algunos tratadistas.
Muchos festivales de música de acordeón de la sabana nacieron por imitación del festival vallenato, con pocos excepciones, por eso la mayoría han sucumbido en el tiempo.
Y los vallenatos no se detienen, en medio del resurgir de otras músicas, porque también hay que estudiar los cambios de los mercados y las tendencias, para consolidar su patrimonio inmaterial.
Entre esos factores que ayudan para que el vallenato esté a punto de superar los logros de la cumbia en el mundo (que se fue solita), están figuras como Ricardo Gutiérrez Gutiérrez, un personaje como sustraído de una novela de Gabo o de uno de los paseos sentimentales y descriptivos de Rafael Escalona. Pero Ricardo no es solo vallenato, que es por supuesto su esencia, porque es un melómano universal, además de coleccionista silencioso de grandes parrandas.
Todo ese proceso se apuntala en Música Sin Fronteras, que no solo es un grupo de WhatsApp, sino una organización que trabaja por la integralidad entre vallenatos y sabaneros, sino por el bienestar del trabajador de la música, desde el compositor hasta el más humilde guacharaquero.
La segunda reunión de MSF en Valledupar, este sábado 27 de Agosto, después de un recorrido triunfal por la sabana el año pasado y después de atravesar la pandemia, resulta uno de los actos culturales más atractivos del calendario.
Y obvio, que la música, con los principales exponentes del vallenato y la banda de vientos, será un atractivo extraordinario.
Allá nos vemos.
EXELENTE nota por su recorrido histórico
Con el viejo Deivi fuimos testigos del maltrato Cachaco para con los costeños y Caribeños, les hemos demostrado que con nuestros aportes cultural, musical e idiosincrasia le hemos aportado a Colombia muchísimo de lo que es hoy. Riqueza, Mar, turismo y un folklore que ha traspaso todas las fronteras del Mundo
Excelente relato de este buen escritor que con bastante claridad narra todo el proceso por la cual ha tenido que pasar la música de acordeón, sobre todo, en el interior del país donde se consideraba que estaba diseñada para corronchos y con mucho orgullo podemos celebrar que en cualquier evento casi siempre los sonidos y cantos de nuestros grandes vocalista esta presente.