Esta tarde ha sido especialmente difícil. Mi teléfono no ha dejado de sonar. He recibido infinidad de llamadas de todas partes, para preguntar por la salud del maestro Adolfo Pacheco. Ha sido como una especie de velorios de los de antes, donde echar cuentos era el mejor método para olvidar la mala situación y por momentos se nos olvidaba el estado del enfermo o del difunto. De Bogotá Félix Carrillo Hinojosa, de Valledupar Lucho Alandete, de Sincelejo William Torres, Pablo Fernández Caro, Tuto Barraza, Pey Vergara, de San Jacinto Ike Hamburger, de Sahagún el poeta Julio Sierra Domínguez, quien me dio una catedra sobre doctorados y el sombrero vueltiao ( una carta que no se supo leer), de nuestra lengua madre que no es el Castellano, de Numas Gil, hasta que un tuit de Jaime Vides me dejó helado. “ A mi amigo Medardo: me duele tanto que ya no estarás con nosotros, te agradezco infinitamente toda la amistad que me brindaste, por lo que nunca olvidaré la gran persona que fuiste. Adiós.
Y no pude, por mas que me controlé, expresar el título de este pésame, porque no nos acostumbramos a esta larga lista de defunciones, y sobre todo de amigos como MEDARDO CONTRERAS.