Adolfo Pacheco, en noviembre de 2019,recibió un galardón en San Jacinto por el Ministerio de la Cultura. Aquí con Linea Tapia, de la oficina cultural de la Alcaldía Municipal.
¡MI última entrevista con Adolfo Pacheco!
No es ningún privilegio hacer la última entrevista a nadie. Menos si se trata de tu maestro de periodismo, al trovador que tú más quieres. No me doy golpe de pecho por eso. Casi todos los días hago una entrevista a alguien. Es la técnica de recolección de datos, el género periodístico que más me gusta, después de la crónica. Me encanta hacerlo. Me gusta escuchar a mis entrevistados y dejar que ellos sean los protagonistas. No atosigo a mis invitados. Nos reímos. Podemos romper el hielo y después volver a la seriedad. Más bien son conversaciones las que le planteo. A veces soy ingenuo, pero muchas veces mis entrevistados terminan llorando. En una semana de entrevistas he hecho llorar a varios. Uno de ellos a Aurelio Gómez Jiménez, a quien se le quebró la voz cuando hablabamos de Juancho Oviedo, aquel radio-operador que lo acompañaba para todo en Radio Sincelejo, incluso en una pelea durante una caseta. Otro que lloró en una de mis entrevistas fue el compositor Álvaro Carrasco, cuando hablábamos del llamado de Dios y de la composición “Muriendo Lentamente”, varios de cuyos intérpretes han muerto en forma extraña.
Nunca uno quiere que la entrevista que uno hace sea la última de su entrevistado, aunque me ha pasado varias veces. Una de ellas con David Sánchez Juliao, quien se fue rabioso con el Caribe, la tierra que más defendió y en la que apenas obtuvo 200 votos al Senado.
Por todo aquello me sentí muy triste cuando supe que el maestro Adolfo Pacheco estaba internado en una clínica de Barranquilla y hasta regaron su muerte en las redes. Ahora eran dos amigos por lo que rezar, Inis Amador en Sincelejo y Adolfo Pacheco en Barranquilla.
Con Adolfo fue muy dura la cosa. La primera entrevista que hice en mi carrera de periodista fue a Adolfo Pacheco, en el primer semestre de 1981, en su casa de San Jacinto. Cursaba yo apenas `primer semestre de Comunicación Social. Las fotos las tomó Félix Rico, ya fallecido. Aquella entrevista, que ingenuamente llevé al programa de Gilberto Estor Lara de Emisora Atlántico no supe si la puso o no, marcó mi vida. Adolfo expuso cómo en Valledupar lo único que había faltado era que prohibieran la cumbia por decreto. Habló de Vallenatologia y de las divisiones subjetivas de Consuelo Araujo Noguera. Inmediatamente me volví un adolfista de sangre. No he dejado de seguirlo y de escuchar sus posturas, en las que siempre saca a relucir cosas nuevas. Siempre se aprende con Adolfo. Con lo que hemos hablados pueden salir varios libros, sin repetir las historias de las canciones, que tantas veces ha contado. “A veces quisiera ser una promesa y no haber explicado tanto mi obra”, se lamentó. Ya no parece quedar nada por contar.
Pero el pasado sábado 30 de Mayo, antes de que se lo llevaran para la clínica, me había concedido dos entrevistas para mi canal de Youtube ( Kaccula tù), en las que siempre estuvo muy lúcido y sabio. En la semana habíamos hablado varias veces. Estaba que se entrevistaba solo. Igual hablé con su esposa Ladys, quien me dijo que Adolfo era muy inquieto, que quería salir todos los días. Habíamos acordado dialogar todos estos días para desatracar algunos conceptos sobre diferentes tópicos del folclor, desde el Gurrufero, su lamentable separación con Alfredo Gutiérrez, sus deseos de grabar otra vez con ””El rebelde”, la influencia de la música Cubana en la sabanera, del resabio de Traba, de La Moya, una mujer que se bañaba con hojas de mata-ratón y no la cogían las pestes y las giras políticas con Rodrigo Barraza Salcedo, quien le enseñó la dinámica electoral. “Yo lo acompañaba a todas pares, pero mi único discurso era la hamaca grande”.
Evocó a Toño Fernández y Andrés Landero, a Catalino Parra y sus encuentros con Gabo, lo mismo que la vez que un arroyo de Barranquilla casi se lo lleva, por tratar de salvar 4 millones de pesos que llevaba en la guantera del auto. Dice que ese día se le apareció el ángel de la guarda, su dulce compañía, un viejito calvo y barbudo ( así como tu), que le lanzó una cabuya, la que fue atada al árbol más frondoso de la cuadra. Los rescatistas estaban tan aturdidos que tiraron la cabuya antes del conteo de tres y le partieron varias costillas. Sus familiares, que llegaron a ayudarlo, querían llevarlo a una clínica, pero Ado estaba más pendiente del dinero, que había quedado en la guantera del auto. Era la primera vez que amasaba 4 millones de pesos de sus giras. Venia de tocarle una parranda a Gabo en Cartagena. Ahora la gente se rie de los arroyos, porque viajan por debajo. Y al viejito que le tirò la cabuya, esta tan seguro que era un agel, que nunca mas lo vio ni para dale las gracias.
Toda la semana estuvo muy entusiasmado con el proyecto de convertirse en Youtuber a mi lado y hasta compró una lámpara para iluminar su rostro.
Terminando el segundo segmento de la entrevista tosió, pidió excusa y enseguida terminamos, “porque no aguanto el chirre”.
Apagó la cámara, llamó a su hija Gloria Patricia, se sentía un poco mareado, desayunó. Sintió ganas de vomitar. Fue al baño. Se acostó, pero no se hallaba en la cama. Todo le daba vueltas. Entonces fue llevado al Hospital. Se armó la bulla.
Mientras nuestro querido maestro se recupera, aquí les dejo la que fue, hasta entonces, su última entrevista.
Esperamos muchas más. ( vea la entrevista aqui)