Orlando Martínez Castro:
LOS 57 AÑOS DE UN CANTO SABANERO.
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Quienes triunfaron en Sincelejo fue porque se fueron, dice.
Por Alfonso Hamburger.
El que llevó el virus de la radio a la familia Martínez Castro fue Parménides, quien se fue a vivir a Sincelejo para estudiar su bachillerato en el colegio Antonio Lenis. Detrás Parménides llegó Orlando, el hermano menor, quien leyó su primera cuña al aire comenzando enero de 1966. Ellos nacieron en Toluviejo y desde allí llegaron a Radio Sincelejo, una verdadera universidad de la radio en las sábanas.
Mientras estudiaba, Parménides hacia labores menores en Radio Sincelejo, dada la vecindad de algunos periodistas, hasta que se convirtió en locutor. No era fácil llegar a una cabina, porque los controles eran muy rígidos. Orlando aún estaba en Toluviejo, cuando su hermano lo invitó a que lo remplazara en Radio Sincelejo. Fingió que se había realizado unos trabajos en la boca, para propiciar la llegada de Orlando, quien, a sus 16 años, era bastante tímido.
La primera cuña la leyó un catorce de enero de 1966, después de las ocho de la mañana, para el cliente Alcazelcer, una bebida efervescente que servía para el dolor de cabeza. Aurelio Gómez Jiménez, director de la emisora y otros que estaban en expectativa, quedaron impresionados con la voz de Orlando, quien ese otro día ( 15 de enero de 1966) inició con Parménides CANTO SABANERO, un especial musical para impulsar los músicos locales, especialmente en el género de acordeón. En el horario de siete de la mañana, se mantuvo por más de cuarenta años.
La primera cortina del programa fue el tema Sierva María, de Alejandro Duran Diaz, pero el disco se rayó y no era fácil hallar una copia. Fue cuando se fueron a la tienda de discos de Cirio Arroyo, en el Mercado Público, y escogieron la nueva cortina. Para iniciar el programa, que ya lleva 57 años, escogieron “La Paloma Guarumera”, un paseo que escribió Alfredo Gutiérrez una madrugada que lo sorprendió el día por los lados de San Andrés de Sotavento. Y de cortina escogieron otro tema de no menor valor, “El Jilguerito”, del cantor sabanero que si canta en la sabana.
El programa llegó a tener tanto éxito, que no era necesario salir a vender las cuñas, porque los empresarios iban a la emisora a comprarlas. Orlando, que lideró el programa, dice que facturaba tres veces al mes, el diez, el veinte y el treinta.
Con CANTO SABANERO, los hermanos Martínez Castro levantaron a sus familias, consiguieron casa y prestigio.
Pero no todo ha sido festejos. Canto Sabanero también ha sido impactado por el cambio de la radio y de los medios. Parménides murió hace algunos años. Llegó una corriente que adquiría las emisoras populares. Llegaron emisoras religiosas y de vallenato venteado. También llegaron brujos con mas poder de pago. No obstante, CANATO SABANERO, se mantuvo, pero ya sobreaguando las crisis. Estuvo en TV. Casi no alcanza a sobrevivir en La Pandemia.
Orlando Martínez, mientras se arregla unos bigotes negros bien pulidos, que hacen marco a unos ojos pequeños y negros, dice que ganó el premio a la consagración periodística de la Alcaldía de Sincelejo y anuncia que mientras viva Canto Sabanero no será cerrado.
Excelente crónica, posee la narrativa simple y llana, que cautiva al lector porque la siente suya;
Felicitaciones!!
En 1.979 puse mi primera cuña en Canto Sabanero para publicitar mi taller de reparación de acordeones ‘que funcionó inicialmente en casa de mi compadre Gilberto Torres.