La muerte de Tina, miren que muerte tan nueva!

 Cuento:
La muerte de la señora Tina.
– Miren que muerte tan nueva.

Por Alfonso Hamburger.

La primera noticia del año fue la muerte de Faustina, la señora piadosa que se levantaba a las cinco de la mañana, preparaba café y le llevaba los tintos a los porteros del condominio. Ahora que ha muerto y se ha convertido en la primera muerte de este año bisiesto, la recuerdo rompiendo la niebla mañanera del jardín,en el conjunto residencial donde llegamos hace once años, siempre con su caminado menudito y sereno, paso a paso, sin hacer bulla, para alargar su vida, que había sido como toda vida, con momentos buenos y malos.

Su mismo nombre, Faustina, ya era un asunto de respeto en todo el condominio.
Y ahora que ya ha sido enterrada, en pleno velorio de los de antes, con café, rezos y visitas en las noches,narro a través del run run de las escobas, el ladrido de los perros y la conversa de mi mujer con mi comadre Yuranis, que conversan sabroso mientras preparan el desayuno.

La casa ha quedado medio enredada después de la Navidad, los adornos ya están en una cajeta y se me ha extraviado la fórmula que dejé sobre la impresora. La sala parece muy estrecha y el vacío que ha dejado la señora Faustina no sólo se siente, sino que llena la charla. Todo está lleno de su ausencia.

Si mi mujer se dedicará a escribir una novela de ficción,cuando me cela, sería ella un premio nobel  de literatura o una excelente detective cuando analiza un cabello que halla en el cuello de mi camisa y narra con detalles sobre las presuntas amantes que yo cinquisto por todo el Caribe cuando me pierdo. Yo no trabajo,, según ella, sino que me pierdo.

La señora Faustina- dice ella, mientras supervisa a Yuranis- era el alma de la familia Machado. Cuando llegó aquí,hace once años, Sara, su nieta, la hija de Iris, tenía un año y ya se está desarrollando. Siempre estaba pendiente de todos, desde los porteros,a quienes les llevaba el café a las cinco de la mañana, hasta las nueve de la noche,cuando recogía uno a uno sus nietos, en especial a Sara, con quién dormía desde que Sara era una bebé. Se acostaba con las gallinas y se levantaba con los primeros gallos.

Es una vaina extraña que una persona tan querida se haya muerto un primero de enero de un año bisiesto, que no tiene misterio, no es nada más que un año con dos seis en la cifra, o sea 366 días y no 365, como sucede cada cuatro años, para que no se descuadre el mundo.

Faustina- dice mi mujer, mientras pregunta qué se hicieron los 700 mil pesos que estaban en mi cartera antes de mi viaje a San Jacinto- era el polo a tierra de todas sus hijas, especialmente de Iris, que vive en la casa tal con el doctor Arnulfo, con quién está separado hace más de un año, porque Arnulfo tuvo una aventura y ella nunca lo perdonó.

Arnulfo es un hombre alto y fornido,de aspecto Zenú, que pese a estar separado de Iris, nunca se separó de la señora Faustina, su suegra ,que ha muerto comenzando el año.

El doctor Arnulfo, arrepentido por su acto de infidelidad, trató de recuperar a Iris con todo tipo de detalles, como remodelar la casa y pasar revista a los hijos todos los días, pero sobre todo cuando la señora Faustina cayó en cama, era el encargado de medir los signos vitales y estar pendiente de su medicina.

Dice mi mujer que Faustina, una dama menuda, de cabello largo, de rasgos Zenú, llegó al conjunto con dos de sus hijas y adquirieron de contado ,uno detrás del otro, tres de las 29 casas del condominio . Vivían en dos casas separadas apenas por la calle y nuestra casa. Éramos vecinos por punta y punta. Compartíamos el jardín común y hasta los resuellos de las madrugadas. Quedaban en un triángulo familiar, con nuestra casa de por medio, de modo que teníamos el privilegio de ver a doña Faustina como una hormiga arriera, llevando y trayendo las cosas de la despensa entre una y otra casa. Ella vivía en la primera casa, al lado de la nuestra. Y sus hijas una casa después, por separado, pero unidas desde siempre, por un vínculo amoroso filial a la luz del sol. Supervisando la despensa , caminando de madrugada para vivir mejor , recogiendo nietos, llevando comida, enmadejando sueños

Ahora mi mujer no lo cree. La señora Faustina era diabética. Podría tener 76 años. El 26 de diciembre la llevaron a Montería por un procedimiento. No se sabe qué procedimiento. Ese término es duro, tipo militar.  La trajeron el 27. El doctor Arnulfo, su yerno en pos de reconquista, habla de corticoides. Y los corticoides acortan la vida. No sé si sea cierto. Sólo escucho a mi mujer, que repite como el loro lo que escucha de otros loros.

La señora Faustina estaba dura. No era como para que se muriera tan pronto y menos un primero de Enero de un año bisiesto.

El primero de enero la Señora Faustina recayó. Cuando regresamos de Tolú, donde recibimos el año nuevo, la casa de la señora  Faustina estaba llena. Pensamos que era la celebración del nuevo año. Después supe que estaban pendientes de su salud, porque había recaído después del procedimiento.

Yo me acosté temprano y ni me di cuenta. Tenía que viajar el dos de Enero a San Jacinto bien madrugado.  Me desperté a las cuatro de la mañana, me bañé ,tomé mi maleta y no hice bulla . Mis hijas y la señora dormían. Abrí la puerta con cautela y le puse una silla para que no se escapara la gata.

Afuera todo estaba oscuro. Nadie me dijo nada. El portero me llamó un taxi para ir a la terminal. Estaba frío y ausente.

Sólo me enteré después. La señora Faustina había sufrido un ataque al corazón a las nueve de la noche. Mi hija menor, que se había quedado en la sala, oyó el llanto y llamó a mi mujer. Se fueron a la casa de la señora Faustina y allí estuvieron hasta las dos de la madrugada.

Dicen que la señora Faustina llegó viva al hospital y después la alistaron para llevarla a la sala de velación.

Todo el condominio, incluso los comerciantes que manejan mucho dinero y que no le bajan el vidrio a sus autos finos y ostentosos, fueron al velorio. La sepultaron el tres de enero con todos los honores.
La señora Faustina fue una mujer sufrida que se supo reponer a los golpes de la vida. Vivían muy cómodos. Tenían terrenos y ganado y un depósito en el Mercado.
Su marido había sido secuestrado dos veces y pagó mucha plata por su libertad. La tercera vez que llegaron por él prefirió que lo mataran.

Hoy, en mi primera crónica del año, elevo rezos por el alma de Faustina, una mujer valiente, que supo llevar su viudez con mucha altura , llevando de la mano a su familia hasta su último suspiro.

Paz en su tumba.

Alfonso Hamburger

Celebro la Gaita por que es el principio de la música.

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