II foro por la paz de Colombia (no apta para tuiteros)

(Crónica II)
Colonia, Uruguay, junio de 2015

I – Encuentro inesperado con el escarabajo azul junto a Palacio
II – Mesa sobre el monopolio de los Medios de Comunicación
III – Petro y sus críticas a las FARC
IV – Las reacciones del público frente a la videoconferencia con la Delegación de las FARC-EP en la Habana

Por: Miguel Mejía Robledo
mejiamigue19@gmail.com

I
A la noche decidimos salir caminando desde la facultad de derecho hasta el Palacio Legislativo bajo amenaza de lluvia -este es un ejemplo de los tipos de amenaza que padece un país sin conflicto armado-. El caminar nos confirmó una primera impresión. Montevideo es una minúscula urbe que se apaga temprano. Sus calles son algo sombrías. Hay que aclarar que la comparación carece de proporcionalidad. Estamos pensando en una Buenos Aires noctámbula -vampiro absoluto- frente a una Montevideo más diurna y serena. En la ciudad de Cortázar la noche no es monopolio de los jóvenes. Se pueden ver en colectivos a altas horas de la noche -sin ser producto de la casualidad- madres con bebés o ancianos con bastones. Seguimos caminando por la calle Magallanes hasta el Congreso, lugar de un peso histórico que supera por toneladas a sus pares latinoamericanos.

Tomamos algunas fotos y cruzamos la senda peatonal -también llamada «cebra»- mientras los autos frenaban calmos para dejarnos pasar. Curiosidad lingüística. ¿Cómo es posible que en dos lugares tan lejanos se llame a la senda peatonal con el nombre de un animal? Seguro que en Argentina no, o al menos en Buenos Aires, donde pude confirmarlo cuando le grité a un auto: «¡Mirá la cebra boludo!». Fue tal la cara de perplejidad del conductor que ni me devolvió el insulto. Seguramente me habrá tomado por uno de los siete locos de Arlt o algo por el estilo. Llegamos al edificio Artigas, junto al Legislativo, entramos, bajamos las escaleras a la izquierda. «En menos de dos minutos va a concluir el panel» – nos advirtieron.

Me acerco y miro los panelistas sin haber ojeado siquiera el programa. Logro distinguir en la mesa únicamente a la diputada colombiana del Partido Verde, Ángela María Robledo. Hay algunos «escaños» libres entre el público. Busco donde sentarme pero de repente me detengo en seco después del primer paso. No pienso siquiera en tomar una foto. Al frente mío estaba el personaje de la anécdota del escarabajo azul. Mujica, en vivo y en directo, sentado junto a su esposa, sereno, sin los círculos de seguridad propios de su investidura. Valió la pena la caminada. Ojos llevó en su escarabajo pero no importa- pensé. Se termina el panel. Aplausos, intervenciones, agradecimientos. Una cámara de televisión, desproporcionadamente grande, ilumina sin escrúpulos la pareja presidencial. Mujica está cansado, se para con su mirada baja, algunos tratan de saludarlo con un fraterno y respetuoso «Pepe». Y claro. Acaba de llegar de España -me imaginé- recordando una foto de una gran amiga con él en la Feria del libro de Madrid hace solo unos días.

II
6 de junio
Facultad de sociales de la Universidad de la República.
En el preámbulo de las diferentes mesas -medios de comunicación, juventud, presos políticos, política antidroga, desplazamiento forzado, mujeres, campesinos, indígenas y afrodescendientes- estaba buscando casi frenéticamente un desayuno. Me lanzo a saludar al periodista colombiano Antonio Morales. Primera vez que lo veo en persona. Mi presentación formal es respondida con un cordial saludo. Hablamos un poco del Foro y de las negociaciones. Me adelanta que presentará una propuesta muy interesante en la mesa de medios pero -como buen y experimentado periodista- no dice nada más, concluyendo: «le toca ir a la mesa para oír la propuesta». Ahí estuve. Ya lo había decidido desde la noche anterior ya que la importancia de los medios -para bien o para mal- amerita escuchar atentamente todo lo que se diga al respecto.

7 de junio. 9 de la mañana.
Mesa: Monopolios de la información y democratización de los Medios de Comunicación. La componen dos colombianos, el ya citado Antonio Morales y el periodista de medios alternativos para La Paz de Colombia, René Ayala. Una argentina, Natalia Vinelli. Un brasileño, Juliano Medeiros y, por último, el periodista Mazzarovich jugando de local.
Por cuestiones de espacio hablaré solo de Morales, debido a que su intervención condensa en sí misma la temática de la mesa. Empieza su intensa intervención haciendo un recuento de su vida profesional y política. Inicia con su experiencia en el M-19, cuenta algunas anécdotas, habla de su paso por los medios hegemónicos por casi cuatro décadas, y llega a su experiencia en Canal Capital donde trabaja actualmente- con su programa «El Primer Café». Explica las características del mismo, su alcance mediático, su propuesta periodística y su rol fundamental contra el «golpe de estado» perpetrado contra el alcalde Petro.
Acusa severamente a los medios hegemónicos colombianos -controlados por dos de las personas más ricas del país y del mundo- de realizar un cubrimiento “dictatorial” del Conflicto. Prácticamente los únicos autorizados para hacer periodismo son las Fuerzas Militares y las agencias gubernamentale. «No hay cubrimiento del conflicto (…) por omisión y por acción la prensa colombiana ha sido criminal» –sentenció duramente. Habló de censura, de propaganda estatal, de guerra del agua, entre otras cosas. Si uno va al lugar de los hechos y recopila información por cuenta propia -entrevistando habitantes y tomando fotografías- ya es considerado un subversivo. No importa si la noticia escrita contradiga o no lo planteado por las autoridades militares o por los medios hegemónicos. El solo hecho de estar haciendo periodismo por fuera de esos canales es suficiente para la merecer etiqueta subversiva. Tose fuertemente interrumpiendo sus palabras, mientras pide con señas un poco más de agua. “¡Ah! ¡La fumadera carajo!”- confiesa. El público ríe. Continúa. Advierte que algunos plantean que la próxima guerra mundial será la guerra del agua, pero afirma categóricamente que esa guerra ya se está dando en nuestro país. «La guerra del agua ya está ahí, en los Montes de María los paras controlan el agua. Ellos cierran las llaves, les quitan el agua a los campos, secan determinados territorios, les ponen ganado (…) siembran teca o palma de cera» para enriquecerse a costa del campesinado colombiano.

A partir del panorama tan oscuro quedé con la mirada perdida por la cantidad de preguntas que surgieron. No pude escuchar a Rene en su intervención, mi libreta absorbió toda mi atención. Esa misma mañana, mientras desayunábamos en el polideportivo donde estuvimos durmiendo, conversé muy poco con un miembro del PCA (Partido Comunista Argentino). Me dijo -con orgullo- que ellos apoyaban a las FARC en contra del Estado oligárquicos represor. Incluso me confesó que hace unos años trajeron a uno de los cabecillas a Mar del Plata para que descansara… Sorprendido pero siempre con animo de dialogar con quien fuese, le pregunté sobre las innumerables atrocidades cometidas por esa guerrilla contra la población civil.

Me respondió que eran producto de errores involuntarios, propios de cualquier enfrentamiento. «Un secuestro por 12 años, una mina antipersona o una bomba en una ciudad constituye un error?» – le pregunté. «No, en esos casos no. Esas son acciones necesarias para vencer al enemigo. Además, hay que tener en cuenta que el Estado con sus medios de comunicación culpa de todo a las FARC». La charla es interrumpida, debíamos salir para el Foro – lamentablemente no la pudimos continuar-. Estos argumentos los relacioné con los planteos de la Comisión Histórica y con los de Antonio Morales. ¿Se puede ser crítico de los medios hegemónicos sin terminar beneficiando al discurso extremista de los guerreristas de izquierda? ¿Si los deslegitimamos en su totalidad, donde residirán entonces las fuentes de información legítima? ¿Qué hacer en un país donde la recopilación sistemática de información en terreno -por parte de la academia o de cualquier ente investigador- no puede realizarse debido a un obstáculo insalvable: la existencia de un enfrentamiento armado?

Por último -y dejando para el final lo más importante como si de una novela policial se tratara- nos comparte su propuesta. Dentro de la coyuntura de una posible salida política al Conflicto colombiano es fundamental crear una Comisión de Verdad, Justicia y Reparación para los medios de comunicación hegemónicos. La misma sólo tendrá un alcance del orden de lo ético -no judicial- donde se buscará nombrar con nombre y apellido los «cómplices de la motosierra», del desplazamiento, de los falsos positivos, de las desapariciones y de un largo etcétera. En la Mesa de la Habana dos sectores ya están asumiendo responsabilidades en el Conflicto. Por un lado, el gobierno el cual actúa como representante del Estado. Lo cual quiere decir que asumen su cuota de responsabilidad los jueces, los parlamentarios, los fiscales y los militares. Por el otro lado, la guerrilla hace lo propio, desde la dirigencia hasta los guerrilleros rasos. Sin embargo, no todas las fichas del ajedrez de la guerra están en la Habana. La delegación del gobierno llamó hace unos meses a los empresarios para que asuman un compromiso mayor con la paz. Petición que se fortalece con el nombramiento del nuevo ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas (expresidente de la Asociación Nacional de Empresarios – ANDI) y de Gonzalo Restrepo (ex gerente del Éxito, uno de las empresas más grandes del país) ¿Por qué, entonces, no hacer lo mismo con los medios hegemónicos? ¿Más aún cuando se acaba de anunciar en la Mesa la creación de una Comisión de la Verdad? Mucho por pensar.

III – A la tarde.
Paraninfo de Derecho de la Universidad de la República.
Con un retraso de varias horas -causado por un largo almuerzo entre la intendenta de Montevideo, Ana Olivera y el alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo Petro- empezó la Mesa: Paz con Justicia Social en Colombia. Estaban los ya citados Petro, Atilio Borón y Víctor Moncayo. También participaron José Bayardi (quien fue ministro de Defensa de Tabaré Vázquez y diputado), David Flores (vocero de Marcha Patriótica) y Piedad Córdoba, quien brilló por su ausencia. Trataré de ser conciso. Moncayo abre el panel con argumentos ya presentes en su intervención anterior. Una novedad es el énfasis que pone en la necesidad de frenar la mercantilización de los recursos naturales durante un posible posconflicto. Flores sintetiza claramente los puntos a los cuales ya se han llegado en la mesa –intervención que hubiera sido fundamental al inicio del Foro. Considera que “actualmente no hay garantías de hacer política en Colombia”. “En el estado actual, la izquierda –o los movimientos de masas que para él son lo mismo- no se reflejan en las elecciones” y concluye diciendo que “hay un bullying mediático en contra la izquierda muy difícil de contrarrestar».

Petro, después de los aplausos, contó su experiencia en el M-19 donde estuvo en armas desde los 18 a los 30 años. «Nosotros las tomamos por una decisión racional (…) nada en ese contexto decía que la guerra no era el conflicto” más allá de que desde hoy se discuta si estuvo bien o mal. Sobre el desarrollo político del país, concluye que “Colombia no pudo romper el feudalismo”. A renglón seguido afirma -a pesar de muchos- que «el movimiento campesino fue derrotado, algunos están en armas pero en las tierras más pobres», en la periferia de la frontera agrícola. «Podrían seguir 60 años más, hacer una mitología, pero no están acabando con las bases del poder”. En la creación del M-19 hubo 4 tupamaros exiliados durante la dictadura uruguaya. Recuerda que en las primeras reuniones todos estaban encapuchados para no reconocerse entre ellos, «eso era tecnología uruguaya». Además, continúa -vanagloriándose- “nosotros sabíamos hacer la guerra incluso mejor que las FARC», dimos un salto cualitativo de ser una guerrilla pasamos a ser un ejército. Y, aun así, decidimos dejar las armas. «En las plazas, la sociedad se reunía alrededor de las banderas guerrilleras. Llenamos todas las plazas a las que fuimos».

Ganamos -sigue con tono calmo- unas elecciones que no eran como otras, ganamos las de la Asamblea Constituyente. “Nosotros hicimos la constitución del 91”. Después el M-19 se diluye. Eso no quiere decir que la lucha haya cesado -advierte mirando a los panelistas- la lucha sigue y más intensamente, pero sin armas. Hoy, «las FARC están luchando contra nuestra constitución». Pero ellos no son su único enemigo. El paramilitarismo es el más duro golpe que se le ha dado. Al final, concluye con una audaz e inteligente crítica a esta guerrilla -propia de quien juzga por su propia experiencia: “la derecha sabe que la única forma de ganar es en la violencia. Las FARC tienen que quebrar su propia historia», eso significa «quebrar las bases mismas de la derecha. Si hay paz en Colombia la izquierda gana las elecciones». Aplausos, cánticos y cierre de la mesa.

IV
Videoconferencia con la Delegación de las FARC-EP.
Mientras se levantan los panelistas, la pantalla -donde serán proyectados los máximos jefes de la guerrilla- desciende lentamente. Nos informan que el gobierno ha declinado su invitación a participar en el Foro. Siento mucha expectativa y ansiedad. ¿Cuál será la reacción del público?. Algunos cantan exaltados: los de Quebracho gritan «Arriba los que luchan ¡carajo!», mientras que los de Marcha Patriótica reclaman: «¡Libertad, libertad, a los presos por luchar!». En la pantalla aparecen Google y Skype. Me causó algo de gracia ver a dos gigantes -representantes en las empresas trasnacionales más atacadas por la izquierda- en semejante lugar y para semejante propósito. Inevitable, por supuesto, pero no por eso menos paradójico -como lo es un I-Phone o una Coca-Cola en manos de un socialista que profesa la defensa de los trabajadores…

«Disculpen las fallas técnicas pero la conexión en la Habana parece no ser muy buena», vuelvo a reírme por dentro por razones obvias. Cuando aparece el rostro de Luis Alberto Albán Burbano , alias «Marco León Calarcá», uno de los jefes de las FARC -sucede lo más impactante del Foro- la gran mayoría del público aplaude y canta con emoción. Pocos, no más de 10 aproximadamente, aguardan en silencio -entre ellos el periodista colombiano y el relator que protagonizan esta crónica. Actitud más acorde a las circunstancias y, pensaría yo, a la situación de nuestro país -pocos son los argentinos y los uruguayos que logran diferenciar la naturaleza particular del conflicto colombiano con su propia historia de dictaduras atroces y de resistencias guerrilleras. El discurso de Calarcá carece de cualquier novedad, reivindica las banderas que ya son de dominio público. Después pasan un video enviado por el ELN. La producción es impresionante. Mientras suena la música introductoria, la cámara baja despacio siguiendo el curso de un riachuelo hasta llegar a Gabino, líder guerrillero. Su figura recibe la misma fascinación y los mismos aplausos que su antecesor.

Son tantas las reflexiones y las preguntas que lo más correcto sería esperar a que el tiempo las decante. Por ello pongo punto final a esta segunda crónica.
Siempre defenderé el diálogo pero nunca la exaltación de un guerrerista, sin importar el espectro político al cual pertenezca.

Miguel Mejía Robledo
mejiamigue19@gmail.com

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