HOY WILFREDO ROSALES Y AURELIO NUÑEZ EN SINCÉ.
El calendario cultural y festivo de San Luis de Sincé- atravesado por una serie de eventos paganos, culturales y religiosos de trascendencia regional y nacional- termina con el festival del violinato, que este año llega a su versión XXXIII en la placita de Los Troncos, este año con sus calles anexas asfaltadas.
Sincé, donde aún respiran los ancestros de Gabito, donde cantan los alcaravanes en los balcones volados a la plaza grande (donde Gabo se asomó algún tiempo) y en La Placita de la cruz en que vivió Mamá Gime toda la vida, es un pueblo de marcado talento cultural. Aquí el talento se atropella en las calles, se sienta en los pretiles y se expresa en la brisa de diciembre, todos los nativos quieren hacerle un poema a la ciudad que avanza a pasos agigantados. En los alrededores de la plaza de Los Troncos, donde truena la violina que azota los vientos, con su agudeza desmadrada, cual si fuese un acordeón que se empuña en la mano y se lleva a los labios con ternura para chuparle notas, hay varios negocios pequeños. Uno es una tienda en la que sus dueños se desviven por atender al recién llegado. ¿Qué más quiere, qué más podemos ofrecerle? tome una servilleta para que se limpie el bozo. Siéntese, tome un tinto.
El violinato, que tiene una historia ya transitada en la eventica nacional, es un festival que se ha ido consolidando por la seriedad y rigor de un grupo de amigos que lo hacen años tras años, caracterizándose por la imparcialidad y las buenas decisiones en los concursos, sin ningún tipo de presión a los jurados.
Ello ha elevado el nivel de los concursos y concursantes. En el manejo de la violina ya hay un territorio marcado por la gente de Los Palmitos, Corozal y Morroa, aunque también llega gente de Lorica y otros pueblos. No falta jamás el hombre violina, que ya lleva 35 años asistiendo y criticando con humor a los artistas que se alejan de la autenticidad y andan con pisadas apresuradas sobre el asfalto. Toca la violina como todo un rey y nadie toca como él. Incluso la toca hasta por un solo hueco… el de la nariz. Se llama Julián Vega, es antioqueño y cada vez se parece más a Alejo Durán, tiene la cabeza chiquita y grande la imaginación.
La calidad de la canción que se presenta en este festival es suprema. Los compositores del patio son extraordinarios en su narrativa y se preparan todo el año con un arsenal de versos para trascender en la tarima. Se pelean codo a codo, verso a verso, cada letra para estar en la historia. Allí confluyen figuran como Wilfredo Rosales, que hoy conversará con Aurelio Núñez a las cuatro de la tarde en la casa de la Cultura, Faustino De La Ossa, Leonardo Gamarra, Fernando Andrés García, Héctor Vergara y muchos hijos que les gusta la cultura.
Este es sin duda, un festival adulto, que se convierte en un buen destino turístico al final del año.