Homenaje a Miguel Cabrera(1) EN LO JUSTO CON EUNALDO AMAYA!

Homenaje a Miguel Cabrera (1)

PARA SER JUSTO CON ENULADO AMAYA.

Por ALFONSO HAMBURGER.

Más acá de la pandemia, que dejó una sociedad  psicosiada, anacrónica, con una pléyade de ciudadanos sobrevivientes de las siete plagas del mundo y los signos del apocalipsis, todos nos habíamos perdido de alguna manera, hasta que llegó este homenaje a Miguel Cabrera Castilla, en que hemos reaparecido para juntarnos y rememorar los momentos más felices de la vida, aquellos jirones de sentimientos que hoy nos hacen reír. Hoy somos una sociedad nostálgica y más sentimental que antes, con visos de intolerancia que sólo la música puede curar.

 

Uno de esos amigos perdidos- la última vez que lo vi fue dando declaraciones en una hamaca de colores en un programa de Amaury Pérez Banquet -es el guajiro-sabanero Eunaldo Amaya Loaiza, quien conserva pese a vivir en Sincelejo desde los años ochenta, dos cualidades del hombre raizal guajiro, su forma de hablar cantadita y aquello de ser echado hacia adelante. El guajiro nunca da un balón por perdido.

Miguel Cabrera, año 2012, luciendo sombrero zenú.

Desde su llegada a Sincelejo, en medio de la bonanza marimbera que afectó el Caribe, Amaya Loaiza quiso destacarse en el periodismo y la composición. Era entrón y no tenía vergüenza para pelear los espacios. Participaba en cuanto concurso de canciones inéditas se convocaba en La Sabana profunda. Sus detractores dicen que eran tanto su optimismo que no dudó en presentar una cumbia en el Festival Nacional de Gaitas Francisco Llorente de Ovejas, cuando este evento empezaba a recibir el influjo del fenómeno vallenato, con canciones largas y románticas. Creían entonces que nuestro amigo había convertido un paseo vallenato en cumbia, lo que debe destacarse como un acto creativo y no como una arbitrariedad. De aquella época quedaron canciones largas, como la muerte me vino a buscar y una gaita es un fusil de cuatro huecos. Empezaban, en buena hora, a desmarcarse de Candelaria y La mica Prieta, de los gaiteros de San Jacinto. Pero Amaya no regresó.

 

Amaya Loaiza nunca se arredró ante ninguna barrera para lograr un sitial en el corazón de sus amigos y un espacio en la literatura, no tanto en la composición, atravesada en la sabana por la desbandada de la denominada generación perdida, que ha sido poco estudiada. Es larga la lista de talentos que emigraron a otras ciudades y dejaron la música sabanera allí, en espera de un fuerte aguacero que cambie su destino. Otros  se refugiaron en el circulo de seguridad que da un trabajo estable y la familia, pero nuestra música, que parece revivir en este homenaje a Miguel Cabrera, sigue viva allí, en espera de un nuevo aire, como una cuarta cámara en el periodismo.}

El profesor Eunaldo Amaya, segundo de derecha a izquierda, se destaca internacionalmente como escritor.

Hasta el gran poeta y gestor, profesor emérito Julio Sierra Domínguez fracasó en su intento de ser compositor.

El profesor Amaya Loaiza, como buen guajiro, alguna vez, en calidad de jurado en el festival del barrio La Selva, un cargo muy difícil, tuvo que anunciar a un quejoso incómodo que él también tenía un revólver, para dirimir un mal entendido. Sin embargo, sólo fue un anuncio, porque el amigo Amaya siempre ha sido un tipo muy cordial al fragor de su empaquetadura Guajira, con cadena y pulsera de oro y eso de vestir muy bien. Nada más. Pudiera ser entonces, un guajiro atípico.

 

Confieso que cuando conocí a Eunaldo me cayó pesado. No fue una buena impresión a primera vista.  Yo era el coordinador de la oficina de El Heraldo en Sucre y un día se me presentó para preguntar por el nombre del director de este Diario, porque quería ser columnista. El sólo hecho de desconocer que Juan B. Fernández Renowiski era el director lo descalificaba ante mi actitud censora y cruel. No pasó mi aprobación, pero después nos convertimos en buenos amigos y más adelante lo escuché como comentarista de RCN radio.

 

Amaya buscó sus espacios y persiguió sus sueños sin miedo y no ha habido talanquera que lo ataje. Nos volvimos a tropezar en el Festival de la Selva. Esta vez yo era el jurado y él el participante. El profesor estaba clasificado entre las diez canciones finalistas con un paseo dedicado a su bordona, después de haber tenido varios varones. Estaba feliz. Mi niña nació mujer, escribió.

Miguel Cabrera, con su colega Otto Medina, año 2011.

En aquel entonces el festival estaba atravesado por varios influjos que presionaban las decisiones del jurado.

 

– No me dejes a los de San Onofre por fuera, recomendó alguien de la junta directiva.

 

Defendiendo mi autonomía amenacé con renunciar.

 

Había otro inconveniente. Todos los finalistas eran amigos míos, entre ellos el guajiro Elías Figueroa, quien, no obstante, quedó por fuera del pódium, cosa que aún lamento. Un puesto en los tres primeros le hubiese permitido salvar siquiera el pasaje de Morroa.

 

La canción de Amaya era-No sé qué la hizo- una poesía, que merecía estar en la final, pero no entre las tres primeras. Y así se deliberó con el jurado, pues después que Rafael Escalona le hizo una casa en el aire a Dina Luz, para que no la molestara nadie, Hernán Urbina Joiro y Gustavo Gutiérrez hicieron canciones antológicas a esa experiencia de ser padre y ver a sus hijos crecer, tocar este tema puede ser complicado, sin que haya un prejuzgamiento, porque no existe tema vedado. Lo que si es cierto es que tocar este tema, después de esa joya de mi niño se creció de Gustavo Gutiérrez, resulta más complicado.

 

Es lógico que Eunaldo sintió la descalificación, pero la vida nos siguió cruzando los caminos. Hoy Eunaldo es el escritor que mejor mercadea sus textos en Sucre y ha viajado por otros países llevando nuestra bandera, pero vino la Pandemia y nos echó tierra en los ojos, hasta ahora que lo veo en el chat del homenaje a Miguel Cabrera Castilla, que ha sido muy celebrado.

 

Inicialmente no había entendido el saludo que Miguel Cabrera Castilla le hace en un merengue de su hermano Justo, titulado Mi Santiaguera en el que dice»Eunaldo Amaya, será en otra oportunidad», grabado con Pello Elías Peña en 1989. La aclaración la hizo el doctor Justo Cabrera sin proponérselo en el mismo chat. Refiere Justo que había enviudado y estando por los lados de Santiago Apóstol en su misión médica, conoció al amor de su vida.

Miguel Cabrera Castilla estaba en Medellín grabando aquel  LP y no dudó en llamarlo. Tenía un gran merengue que acababa de hacer. Era casi imposible. Las doce canciones del LP ya estaban montadas. Que lio. Justo no se dio por vencido. Le cantó los versos por el teléfono. A aquella mujer la iba a llenar de hijos. Le envío el cassette por correo y la canción alcanzó a ser incluida de última.

Fue Eunaldo Amaya el sacrificado, porque la canción que había soñado que le grabaría Miguel, fue excluida  para meter la de Justo Cabrera.

Fue donde se idearon una solución salomónica para corregir la maroma.

Aquí Cocacola mató a tinto. Justo no sólo es hermano de Miguel,sino su compadre.

Eunaldo Amaya se tuvo que conformar con un saludo en el tema que tumbó al suyo:” Será en otra ocasión, Eunaldo Amaya”.

No sé si perdimos un compositor, pero al menos ganamos un escritor.

Alfonso Hamburger

Celebro la Gaita por que es el principio de la música.

2 Comments

  1. Buenísimo escrito Alfonso Hamburger. Siempre tus crónicas son deliciosas al leerlas porque conservan el sabor docto del que conoce el tema y la sencillez genial del cuentero sabanero. Un abrazo de cariño, admiración y respeto.

  2. Buen texto, Alfonso, gracias por tus palabras de aliento. Sobre el tema del revólver, aclaro que si bien es cierto que lo tengo, jamás he amenazado a nadie ni lo he usado para exhibirlo.
    Hasta ahora leo tu crónica. Escribes tanto que no alcanza uno a leer todo lo que produces. Por algo eres el periodista más laureado de Sucre.

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