Papi Santiago y Santiago Alfredo Fuentes Cuello son la misma realidad, aunque vivan en diferentes circunstancias. Uno viaja por el mundo convertido en canciones cuyo autor nadie sabe quién es y el otro es un médico sincelejano famoso, pero sin ser profeta en su tierra. El primero es intangible, el segundo real, de carne y sentimientos.
Hoy el músico y el médico luchan por la misma realidad: un cáncer a punto de hacer metástasis los acosa.
“Estoy herido de muerte”, dice Fuentes Cuello, en su consultorio. Ha despachado al último paciente de la mañana y quiere atender al periodista para gritar sus ganas de vivir. Sus ojos expresivos, que son parte sobresaliente de su rostro, se humedecen. Con su mano izquierda- la derecha ahora es una ilusión – extiende un folder, en cuyo interior está el resultado del análisis científico que recibió apenas el jueves. El periodista demora leyendo aquel lenguaje técnico, casi cifrado. La amenaza de muerte es real, hay una masa de apenas 4.8 milímetros que ya hizo metástasis en la parte derecha del tórax, pulmón y en el hígado.
Estaba bien, después de que le amputaron el brazo derecho con el que recetaba a sus pacientes y la quimio le quemó la enfermedad, pero desde que recibió el resultado, empezaron a darle punzadas en la espalda. La situación parece psicológica, pero los dos personajes quieren vivir con todas las fuerzas del mundo, porque su proyecto de vida es una gran empresa como sacar adelante a la música sabanera.
– Viajaré el martes a Medellín para que me operen esa masa, porque tengo la esperanza de vivir otros años más, para darle a Colombia lo mejor de mí.
El que habla de esa fortaleza, ahora es Papi Santiago, un músico que escuchan en el mundo en todas las emisoras, pero que en Sincelejo pocos le prestan atención.
II
Harán treinta años, recién egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad del Cauca, Santiago Alfredo, alargó su mano derecha para tomar un lapicero del recipiente repleto de cosas y expedir una formula a un paciente que acababa de revisar en su consultorio de la calle del Comercio. A la hora de introducir su mano sintió el pinchazo. Un compás se le incrustó en el dedo índice. Del dedo herido brotó abundante sangre, pero no le prestó atención. Simplemente se chupó el dedo y se dejó llevar por su vida polifacética. Quería tragarse el mundo.
Fuentes Cuello empezó a desarrollar su empresa familiar con gran vigor. Tuvo a sus hijos, quienes ya son profesionales. Se divorció, se volvió a casar y mientras cumplía su periplo vital, alternaba su cotizado consultorio médico con la música, que ha sido la pasión de su vida. El doctor Fuentes fue especializándose en cuanto avance científico se ha estudiado en la medicina, sin descuidar congresos y conferencias (Estudio de la diabetes, por ejemplo) y salvó a mucha gente, incluso revivió a algunos que ya estaban muertos, pero sin descuidar otras facetas, como la poesía, la crítica, el ensayo y la política. Fue diputado sin comprar un solo voto. En su consultorio hay muchos certificados, entre ellos uno como especialista en gerencia pública de la Universidad de Sucre. A medida que su profesión de médico servía a sus congéneres, manejaba una empresa musical de grandes quilates: La Orquesta Colombia Caribe, quizás la única organización musical que se ha mantenido por más de 25 años en esa modalidad en Sincelejo. Ha sido como la resistencia ante otras músicas mimadas en la radio local. El porro y la música tropical son como una resistencia de esta orquesta, que se codea con las mejores del mundo, la única que sobrevive en Sincelejo en ese género, que fue fuerte en el siglo pasado. Aquí nacieron los corraleros de Majagual.
A sus 68 años a Fuentes les brillaban más sus ojos. Al cumplirlos su última hija estaba por graduarse. Proyectaba dejar el consultorio para asumir el reto de la música. Y más aún, cuando El Papi Santiago, el personaje que creó para grabar su música se convertía en una figura mundial. Era como un fantasma mundial sin paradero y sin cedula de ciudadanía, porque nadie creía que era el mismo.
Hace unos quince años sacó al mercado un CD donde está el tema La Marea, del poeta Moisés Paternina Díaz, una cumbia moderna, con arreglos del maestro Castellar. Fuentes solo le hizo las figuras con la boca y Bruno Paternina las tradujo con el clarinete y el saxo. El resultado fue el de una canción que parece que fuese de Gloria Stefan o de un portorriqueño o merenguero dominicano. No parece de por estoslares. Es un tema de corte internacional que se fue de hit con el personaje de Papi Santiago. Esa y otras canciones de ese primer Álbum, se escuchan en Miami, en Francia, en España y en casi todos los países del mundo, pero nadie se gana esas regalías, porque Papi Santiago no existe, pues se trata de un médico más dedicado a su consultorio que a la promoción de su música. Aquella voz un poco arrastrada, con algo de sabrosura extraña, afinada y de otros mundos, nadie la comparaba con la del famoso médico. Solo con un video realizado para el programa de Telecaribe Vox Populi, en La Plaza de Majagua, el medico se delata y la gente empieza a preguntarse (porque ya había oído la música) si Fuentes y Papi Santiago eran el mismo. No pudo ocultarlo.
Se había sembrado en tierra fértil. Esa cosecha esparcida por el mundo debía ser recolectada. Por eso, para 2017, con todos sus hijos graduados, El doctor Fuentes pensaba cerrar el consultorio para irse a recorrer todos aquellos lugares donde se escuchan sus canciones en el mundo, pero no sabía que el pinchazo que se dio hace treinta años, le iba a jugar una mala pasada.
III
En el mismo consultorio del pinchazo, Santiago Fuentes escribió al Presidente Juan Manuel Santos, parte de los programas que éste aplica para salvar a Colombia, especialmente en materia agropecuaria. En las políticas adoptadas en el convenio de la Habana, están las ideas que envió, pero sin su crédito. Y allí mismo escribía canciones y poesías, que a veces compartía con sus pacientes más cercanos, mientras su dedo índice derecho se hinchaba. La herida no sanaba. Una enfermera le arrancó la uña de raíz, pero nada, seguía sin curar. Fue el dermatólogo Mufith Saleiman quien puso la alarma. Aquello podía ser cáncer. La biopsia no mintió. Le amputaron el dedo. Vinieron otros exámenes. El mal se fue subiendo por el brazo, hasta afectar ganglios. Vino una hinchazón en el antebrazo. Y más.
Los libros de poesía, los compactos musicales y las propuestas socio económicas para salvar al país, iban a esperar. Ad portas de asumir la posición de la criatura que había creado y que ya da la vuelta al mundo, a Fuentes le brillaban más los ojos. Pocos periodistas locales le prestaban atención. Aquel mercado lo esperaba. Debía ir detrás de él, por eso lo primero que hizo fue viajar a Medellín, por una solución. El mismo cerró los ojos y ordenó la amputación del brazo. Comenzó la batalla con la quimioterapia. El cáncer que produjo aquel pinchazo ya iba a los ganglios. Fue operado otra vez.
Sin su brazo para firmar las formulas, que aún mantiene en su mente, por eso a veces se le olvida que no lo tiene y se lo cruza con el otro y lo estira a sus amigos, se vino a Sincelejo para seguir su proyecto.
Ahora debe viajar a Medellín nuevamente, dispuesto a operarse y asumir con gran valor la lucha contra ese mal asesino que se quiere llevar no solo a él mismo, sino a Papi Santiago, un personaje que creó y que viaja por el mundo, mientras Santiago Fuentes se mentaliza para una tercera operación.
Sabe que saldrá bien de este lance, porque se aferra en Dios y al folclor, del que dice, es la huella dactilar de cada región.
Suerte a este par de personajes, que ahora se unen en uno solo, para luchar contra el cáncer.
Orar y bendecir, es la recomendación. La cultura sabanera necesita que este proyecto de vida se unja con la bendición de Dios.