Gustavo Petro, con su esposa sincelejana, Verónica Alcocer

crónica política caliente.

¡LOS REYEZUELOS BURLADOS POR GUSTAVO PETRO!

Por ALFONSO HAMBURGER

La primera persona en oponerse a la elección popular de alcaldes, que de hecho incrementó la violencia local, fue el maestro Adolfo Pacheco Anillo.  En el caso de San Jacinto, un pueblo conservador con mayorías liberales, esta figura, que se aplica desde 1986, iba a ser fatal. Habría pocos alcaldes conservadores, pronosticó Pacheco, cuyos militantes azules lideraban acciones cívicas desde Bogotá, dadas sus relaciones por lo alto. Le iba ayudar, para algunos asuntos, un alcalde liberal, Don Pedro Mendoza. Una de las gestas fue sacar el campo de beisbol de la plaza principal al barrio La Gloria.

Aquel miedo a la elección popular de alcaldes, se la expresó el maestro Pacheco al dirigente conservador Álvaro Gómez Hurtado,  en su última visita al pueblo, donde Gómez promovía esta figura, que convirtió al alcalde en pequeños reyezuelos, con investidura popular, pero sin las herramientas para sacar adelante sus territorios, de modo que siempre acuden a la figura presidencial para pedirles apoyo.  De allí que el hecho de que Gustavo Petro haya dejado plantados a 1070 alcaldes en Bogotá el dos de agosto de 2023, ha sido considerado como una verdadera frustración.  Entre esos alcaldes estaban once de la eco región de la Mojana, que tienen muchos años de estar con el agua al cuello. La mayoría, especialmente los sucreños, no votaron por Gustavo Petro, pero esto no fue definitivo, porque Petro plantea un gobierno de paz y para todos. Petro adujo que no podía asistir a la reunión, con una convocatoria sin antecedentes, porque estaba una cumbre de seguridad. La más airada fue Julia Mercado, la alcaldesa de Sucre-Sucre, de quien se dice vive en una mansión en Sincelejo, muy lejos de los tambos donde nació.

En el chat de Radio Caracolí, de Sincelejo, donde se tocó el tema, un oyente dijo que la vida era una ruleta que daba vueltas, porque lo que Gustavo Petro les hizo a los alcaldes, ellos se lo hacían a las comunidades todos los días. No los atienden.

Los alcaldes del país, especialmente los de la Mojana, se acostumbraron a los salvavidas del Gobierno Nacional, a quienes acuden para tapar huecos y elefantes blancos.

En una reciente reunión de periodistas con dirigentes del Caribe, en Casa Loma, Juan de Acosta, Atlántico, convocada por el periodista Raimundo Alvarado, se destacaron tres factores de atraso en el Caribe: Elefantes blancos, bajo nivel de bilingüismo y baja calidad de los gobiernos locales, entre otros. La mayoría no priorizan la inversión.  En San Jacinto, por ejemplo, inauguraron un acueducto que no bombeó ni una sola gota de agua.

Los alcaldes de Colombia, con algunas contadas excepciones, operan lo mismo. Apenas son elegidos apagan el celular.  Se aíslan totalmente de los electores. Se vuelven intocables, invisibles, luceros espirituales, pequeños reyezuelos. A algunos se les desbordan las hormonas de las libidos.  Contratan unas niñas bonitas para que les carguen los celulares y les lleven la agenda y les manejen las redes sociales. Ese es el primer anillo de seguridad. Ellas o ellos se encargan de poner un tapón entre el  mandatario y las comunidades. El doctor está ocupado. Ya no dicen que déjeme el número celular para llamarlo.  No hay presupuesto.  El le puede colaborar, pero de su propio bolsillo. Después viene otro anillo de seguridad, el de los guardaespaldas. Ellos, en autos de alta gama, camionetas climatizadas, irrumpen como si se estuviera grabando una película sobre Pablo Escobar. Ellas, los alcaldes, van adelante con un maletín negro, el tesorero y cuatro gorilas.

Lo único que les parece funcionar a los alcaldes, por aquello de pan y circo, son las fiestas. Allí tiran la casa por la ventana. No falta un grupo vallenato, que se lleva gran parte del presupuesto, pero aseguran un saludo en la tarima y en el próximo CD.

Las mismas comunidades tenemos la culpa. Los endiosamos, cuando el alcalde es un servidor público que se debe al elector, que cumple unas funciones por la que recibe un salario. Y enriquecerse no es un ejercicio inherente a sus funciones públicas. Eso se llama corrupción.

Hay que comenzar por volver a los alcaldes verdaderamente populares, personas de carne y hueso, humanos, finitos, que van a tener cuatro años en los que no se pueden distraer en otras cosas. Y hasta se les ensucian los dedos si se les parte el papel higiénico.

También hay que romper el mito de que las elecciones son muy costosas- ¡¿seis mil millones para municipios estrato seis?  El ciudadano debe tener un voto útil e inteligente.

El posible desplante de Gustavo Petro a los alcaldes invita a una profunda reflexión, cuando estos funcionarios públicos siempre brillan por su ausencia en las reuniones y sólo asisten cuando van a recibir dinero o firmar convenios. En el resto de casos envían a funcionarios de la media tabla para abajo, sin poder decisorio.

En Sucre, los alcaldes no asisten a programas del Estado que tengan que ver con la niñez, la juventud o las víctimas, porque a lo mejor están reunidos o defendiéndose de sus pecados o preparando su próxima maldad.

 

nota, no sé porqué esta columna no se publicó en esa fecha, pero aún tiene vigencia.

 

 

 

Alfonso Hamburger

Celebro la Gaita por que es el principio de la música.

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