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Alberto Romero, dos veces rey vallenato, una visión de vida

–La región me mató.

Alberto Enrique Romero Romero, hace parte de una legión de artistas sabaneros- nació en Sincelejo el 23 de septiembre de 1958-que fueron a Valledupar en los años setenta a nutrir el vallenato de la esencia sabanera, llena de creatividad y jerarquía.


Como se sabe, varios artistas sabaneros, integraron conjuntos vallenatos, cuando descollaban Jorge Oñate, Poncho Zuleta ,Diomedes Díaz y el Binomio de Oro, para reforzar esos conjuntos en voces y percusión. Incluso, el maestro Luis Enrique Martínez, no dudó en llevarse al san jacintero Héctor Peki Romero, cuando lo invitaron a Cuba, para que le diera el golpe de cumbia, como exigencia de los organizadores empresariales.


Se recuerda a Nacho Paredes, Gabriel «el Pelukin» Chamorro, Yony Servantes( de Salamina), en los coros, Virgilio Barrera, Abel Suárez y la penca Mejía, en la guacharaca, además de Mario Paternina y Carmelo Barraza, en la caja.
>Pero hubo uno dotado de un brazo prodigioso, Alberto Enrique Romero Romero, nacido en un hogar humilde en el barrio La Mochila de Sincelejo, cuyo abuelo Andrés Romero Barrios, fue uno de los grandes garrocheros de las corralejas.


Su padre,Oliverio Romero D luyz, que murió casi rayando cien años, en su juventud fue chofer de un camión MAG gigantesco en el que recorrió Colombia y después se pensiono en Tolcemento.

Alberto Enrique desde niño se enamoró de la música de acordeón,que escuchaba en un radio que trajeron de Maicao. Tomaba un trinche de cocina y un cuchillo y en esos cuatro centímetros de estrías del cuchillo,llevaba el compás, hasta que se le unieron vecinos, todos muchachos con ollas y calderos y crearon un conjunto. Uno de los vecinos, apodado el Ñato, envolvía una peinilla y le ponía un  papel de aluminio y le sacaba música. No había conservatorio de música ni escuela, tampoco instrumentos, lo que los hacía ser más creativos.

Pero Alberto tuvo un primer problema en la adolescencia. Perdía el equilibrio con facilidad y le daban convulsiones. Varias veces lo lloraron, porque los desmayos eran fuertes. Lo llevaron donde el doctor Fandiño a Cartagena, quien le dictaminó una enfermedad muy grave en el cerebro. Le recetó unas pastillas que lo mejoraron. pero lo tenían aburrido, hasta que un vecino le dijo que botara aquella receta y le aceptara unos tragos de ron. El joven botó las pastillas y se pegó su primera borrachera y nunca más volvió a tener desmayos. El licor lo curó.

Después empezó a incursionar en conjuntos del barrio. Los vecinos le hacían ronda, porque era un genio para tocar la caja y la guacharaca, que aprendió solo. Con el tiempo se dedicó solamente a la guacharaca, tocando a la carta todos los fines de semana. La enfermedad lo había dejado en quinto de bachillerato. Antes de entrar por la puerta grande en Valledupar,donde tocó la gloria, ya había tocado con casi todos los conjuntos grandes de la sabana.

En 1982 Eliecer Ochoa, quien había acompañado a Calixto Ochoa en su reinado vallenato en 1970, no tenía guacharaquero para presentarse en Valledupar. Se llevó a Alberto y ganaron el festival con en el primer intento.
De entrada, Alberto Romero se hizo una celebridad en Valledupar.


Comenta que los guacharaqueros de allá eran muy planos, sin ponerle variante al instrumento, que los sabaneros, entre ellos Marco Russo, quien anduvo con Alfredo Gutiérrez,le ponían más sabor.

Es así como ingresa al conjunto de Jorge Oñate, con quién duró 7 años, grabando 4 LP con el gilguero de América. Recuerda que su primer baile fue en Aracataca en julio de 1989, alternando con El Binomio de Oro y Diomedes Díaz.

En aquella caseta Jorge Oñate lo puso a hacer un solo de guacharaca. Después fue pretendido por Alfredo Gutiérrez en un homenaje a Fuad Chat en Barranquilla y posteriormente por Lisandro Meza, con quién toco muchos bailes, Diomedes y El Binomio de Oro, alguna vez que hubo un remezón por indisciplina de todo el conjunto. Solo regresó Virgilio Barrera, porque Alberto Romero no tuvo a tiempo la Visa en un viaje a USA. Y el Binomio volvió a recurrir a Virgilio Barrera.

Con el Binomio de Oro participó en la grabación del tema chauchá. El Elp se grababa en Medellín, pero la voz de Rafael Orozco se metía en Bogotá. Alberto Romero estaba con Jorge Oñate en Bogotá,grabando el LP, El más fuerte, y el Maño Torres lo fue a buscar para que metiera la guacharaca, que en Medellín la habían hecho muy orquestal y a Rafa no le gustó.

Uno de los problemas de los sabaneros fue que les daba duro alejarse del patio y no quiso radicarse en Valledupar. Hoy tuviera su casa allá.


Jorge Oñate le tomó mucho aprecio y como era  con dos más del conjunto que no vivían en Valledupar, El gilguero de América lo invitaba con frecuencia a su casa.


Alguna vez se planteó la posibilidad de que a Romero le regalaran una casa en Valledupar, pero el sincelejano era muy apegado a su familia y también alguien del grupo se opuso diciendo que en Valledupar había buenos guacharaqueros.


La cercanía con Jorge Oñate lo llevó a participar en las bodas de plata del festival vallenato, en 1993, donde se alza con su segunda corona, acompañando al rey Álvaro López, un excelente músico.

En octubre de 1999, Alberto Romero, considerado uno de los mejores guacharaqueros de la historia de la sabana, volvió a escapar de la muerte. Estaba preparando un LP con Rufino Barrios Martínez y Antonia Anaya. Aquel día fatídico se desplazaban para La Unión,Sucre, a animar la semana cultural de un colegio y la camioneta que manejaba Rufino cayó debajo de un puente, después de Sahagún y se ahogaron Rufino Barrios y su hijo Abelardo.

La camioneta llevaba vidrios asegurados, con aire acondicionado y al caer en el arroyo. quedaron bloqueados. Solo se salvaron Alberto Romero y Antonio Anaya, quienes lograron partir los vidrios y salir cuando estaban a punto de morir asfixiados.

sus 67 años, con gafas y apariencia de intelectual, que siempre asiste a los actos culturales de la biblioteca del banco de la República, Adalberto Romero, aún mantiene el brazo fuerte para tocar guacharaca donde lo inviten.
>Una de sus satisfacciones, aparte de haber sido dos veces rey en Valledupar, es que uno de sus hijos, Jorge Luis Romero, lleva 18 años tocando la guacharaca en el grupo de Nelson Velasquez.

Con casi setenta años Alberto Romero vive feliz en Sincelejo, en la casa que era de sus padres, donde se dedica a la lectura y a la vida intelectual, visita la biblioteca del Banco de la república todos los días, asiste a conversatorios y exposiciones, donde se nutre para poder discutir con altura.


Romero dice que la música sabanera se cayó localmente porque se dedicaron a imitar el vallenato y dejaron olvidados los aires propios. Su vida la combinó entre la música y algunos contratos de obras. Fue el fiscal de la construcción del teatro municipal, por cuatro años, pero renunció por un viaje al extranjero con Lisandro Meza.

Actualmente la actividad musical en Sincelejo se ha ido a pique. No contratan conjuntos locales.
Alberto tiene un grupo de trabajo con el que hacen «moñas» y con ello se rebuscan la vida, lejos de los escenarios.
Alberto no fue al sepelio de Jorge Oñate por la carestía de los pasajes y porque cuando se trata de escenarios no le gusta estar en el público, donde se siente agredido, sino entre las luces y los aplausos.

Sin tapujos, este gran valor de la música sabanera no duda en decir que » La región nos mató».

Alfonso Hamburger

Celebro la Gaita por que es el principio de la música.

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