Viaje con el profesor Vergara!

VIAJE AL PIE DEL ROBLE.

 

Por  ALFONSO HAMBURGER.

El primer trago- de esos que dicen lavagallos- nos lo empujamos en Sincelejo, el segundo en Sampues y el tercero en la Ceja del Mango. Si seguíamos así, llegaríamos al Roble ajumados y hablando más de la cuenta. El más preocupado por la rapidez de las servidas, de puro wiski Buchanan, que Pedro Pérez Flores repartiría con rigor de relojero, era Don Alfonso Romero, hombre de palabra sabia, quien se había abstenido  de tomarse el suyo, aduciendo de que era muy temprano. Eran las 11 de la mañana de un domingo radiante de septiembre, con un sol ambiguo, cuando entrabamos en Sampues, pueblo artesanal con calles reventadas. Pedro Pérez, que llevaba la misión de servir, me había pedido en Sincelejo, que me ubicara mejor, porque le falta el ojo derecho y para mirar  hacia ese lado, tiene que girar la cabeza casi 180 grados. Además, hay gente que le gusta ver y escuchar y que lo escuchen con los ojos. Íbamos parejos, adelante, un conductor adusto y adulto, de manejo preventivo y suave y a su derecha, el jefe de la misión : Don Oswaldo Vergara Vergara, el hijo más destacado de El Roble, uno de los municipios más nuevos de Sucre y al que algunos hachazos políticos tuvieron a punto de echar al traste.

La corraleja es un abrazo social donde el vaquero y el ganadero de la región aprovechan para mostrar su cosecha de ganado.

Humberto Vergara- no podía tener otro apellido distinto- está descamisado y tienen la cara como si se hubiese acabado de levantarse. Para  llegar a su  casa no fue necesario buscar demasiado. El pueblo es pequeño. Doblamos a en la esquina de la Alcaldía y transitamos tres cuadras a través de un pavimento fresco, construido muy seguramente al calor del debate político que tiene las paredes manchadas de avisos. El vehículo se parquea al frente de una casa de material, cuyo patio se convierte en traspatio y el traspatio en finca. Atravesamos la sala con habitaciones inmensas a lado y lado y llegamos al primer patio, en cuyo centro está un kiosco inmenso que hace gala de mejores tiempos. En el kiosco cuelga una hamaca colorida de fábrica, no hecha en Morroa ni en San Jacinto.  En un taburete reposa Humberto, quien parece cansado. Nos sentamos a su alrededor en taburetes de cuero de vaca. Nos ofrecen tintos para la conversa, que pronto nos revela el pasado. Humberto estuvo dos meses secuestrado por el ELN y su rescate costó a la familia, hace 20 años, 60 millones de pesos. Un dineral  entonces.

 

Alfonso Hamburger

Celebro la Gaita por que es el principio de la música.

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